EL PRINCIPIO DEL FIN DE LOS FUERTES DE EL SOMBRERO Y LOS REMEDIOS
Virrey Juan Ruiz de Apodaca |
El virrey Juan Ruiz de Apodaca se había mantenido informado
sobre los preparativos de la Expedición de Xavier Mina, gracias
a una red de espionaje encabezada en Estados Unidos por el ministro español Luis de Onis, aunque
muchos de los informes que recibía eran supuestos. Finalmente, al enterarse del
desembarco de la Expedición en Soto la Marina, encargó al
brigadier Joaquín de Arredondo, comandante general de las Provincias Internas
de Oriente, la persecución de Mina, con la orden de tratar bien a los expedicionarios que
voluntariamente lo abandonaran, y de “pasar a cuchillo a todos los demás, como
traidores al rey y enemigos públicos”.
Arredondo hizo muy poco para enfrentar a Mina, y éste tuvo
tiempo de construir en soto la Marina un fuerte que dejó al mando del mayor
José Sardá. Al quedar terminado el fuerte, Mina se encaminó al interior del
país con intención de encontrar a los insurgentes del Bajío.
Además de Sardá, el comandante de artillería y el auditor de
guerra encargado de la imprenta (el doctor Joaquín Infante, natural de la
Habana), el vicario general de la División, Servando Teresa de Mier, fue uno de
los que tuvo que quedarse en el fuerte por órdenes de Mina.
Mier informa que
aunque él se empeñó en acompañarlo, Mina se obstinó en dejarlo, prometiendo
“volver dentro de dos meses, tiempo en que el fuerte podría sostenerse”. Y agrega:
“En vano le representé que en distancias tan grandes como las de nuestra
América, y envuelto por la multitud de enemigos, nunca podría volver, y que el
fuerte, aun cuando el enemigo nos diese tiempo de acabarlo, era indefensable”. En
efecto, el fuerte de Soto la Marina fue arrasado por los realistas apenas dos
semanas después de la salida de Xavier Mina.
En tanto, al conocer el
virrey la noticia de que la División había logrado llegar al fuerte El Sombrero,
encargó su persecución al teniente coronel Felipe Castañón, bajo las órdenes
del coronel Cristóbal Ordóñez, comandante militar de la provincia de
Guanajuato.
El primero y único encuentro de Castañón y Ordoñez con las
tropas insurgentes de Mina, Moreno y Encarnación Ortiz, se dio apenas cuatro
días después, el 28 de junio, en San Juan de los Llanos (rancho del Terrero, como lo nombra Moreno en su parte a la Junta de
Jaujilla, o Campo los Arrastres, como
dice Noboa en su informe). La batalla se decidió a favor de los insurgentes en
una rápida acción en la que cayeron Castañón y Ordóñez. Al día siguiente, Mina
envió al padre Torres el parte militar de las acciones, en el que le informa
que la fuerza de los realistas había estado compuesta por aproximadamente 600
hombres.[1]
Pascual de Liñán |
Después de la derrota sufrida por los realistas en San Juan
de los Llanos y temiendo la llegada de más fuerzas extranjeras que
supuestamente venían como parte de la Expedición encabezada por Mina, el virrey
Ruiz de Apodaca decidió enviar en contra de los insurgentes del Bajío al recién
llegado mariscal Pascual de Liñán, con todas las tropas disponibles de
Guanajuato, Nueva Galicia y Valladolid. Liñán se dispuso a cumplir su encargo
con la convicción de que “la suerte del virreinato iba a decidirse en los
fuertes de Comanja y de San Gregorio”, como escribió Mariano Torrente.
Al mismo tiempo, en el lado de los insurgentes, alentados
por el triunfo alcanzado en San Juan de los Llanos, Mina y Moreno decidieron
salir del fuerte con las fuerzas de Encarnación Ortiz (el Pachón), con la
intención de atacar la hacienda de Jaral del Berrio, propiedad del marqués Juan
N. de Moncada. Pero el marqués, fue avisado oportunamente y logró huir con su
gente antes del ataque, dejando abandonada la finca. En esas condiciones y sin
resistencia alguna, el 7 de julio se efectuó fácilmente la ocupación de la
hacienda, lo que les redituó grandes beneficios económicos pues, informados por
un peón de la finca, pudieron hacerse de un cuantioso tesoro que el marqués
había enterrado en una habitación de la hacienda.
Mientras tanto, la Junta de Jaujilla había comisionado e
instruido al doctor José de San Martín, vocal del Gobierno, para que acudiera al
Sombrero con el fin de “cumplimentar a Mina, felicitar a su oficialidad y
tratar asuntos interesantes al bien de la Patria”.
El doctor José de San Martín salió de Jaujilla el 29 de
junio, acompañado por un secretario, un capellán, ocho oficiales y de otros
individuos. A tres leguas de la fortaleza de Los Remedios fue recibido por el teniente
general José Antonio Torres, con una escolta de ciento cincuenta dragones. La
comitiva entró al fuerte de Los Remedios la tarde del primero de julio, donde fue
recibido el gobernante con los honores militares y el correspondiente saludo de
artillería. Allí permaneció la comitiva durante una semana.
El 7 de julio salieron de Los Remedios el doctor San Martín y
el padre Torres con una numerosa comitiva de oficialidad y trescientos
dragones. Llegaron al Sombrero el día 8, pero no encontraron a Mina ni a Moreno,
porque habían ido al ataque al Jaral.
Hacienda de jaral del Berrio |
NOTA:
Este artículo es un fragmento del libro inédito "Resistencia insurgente
en el Bajío (1813-1818), de Horacio Olmedo Canchola. Reservados todos
los Derechos. Queda prohibida su difusión, copia o almacenamiento sin
autorización expresa del Autor.
[1] Como en muchos otros episodios escritos en
Memorias de la Revolución Mexicana, William D. Robinson da intencionada y
tendenciosamente una versión diferente de los hechos, presentándolos con
errores e inconsistencias que Juan E. Hernández y Dávalos señaló acertadamente
a la luz del documento de Mina.
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