XAVIER MINA Y SU PARTICIPACIÓN EN EL BAJÍO
HACE DOSCIENTOS AÑOS… El 21 de abril de
1817, llegó a la desembocadura del río Santander, cerca de Soto la Marina, la expedición
militar que comandaba el español de Otano, Martín Xavier Mina Larrea. Pocos
días antes, el 5 de abril, también había desembarcado en Veracruz el mariscal realista
Pascual Sebastián de Liñán y Dolz de Espejo, con un refuerzo militar de cinco
mil hombres para acabar con la resistencia que mantenían los insurgentes en El
Bajío y prevenir la eventual participación de una intervención internacional en
apoyo de los rebeldes.
La División
Auxiliar —como nombró Mina a su cuerpo expedicionario— desembarcó el 22 de
abril de 1817 en la playa del río Santander,[1]
trayendo como guía a Anselmo Hinojosa, un excombatiente insurgente originario
de Soto la Marina, al que Mina conoció en Nueva Orleans. De ahí siguieron hasta
el nuevo poblado de Soto la Marina, que resultó estar más lejos de lo que había
dicho el guía, porque el pueblo original que él había conocido cerca de la
desembocadura del río, había sido abandonado algunos años antes para pasarlo
más arriba debido a la fiebre amarilla o vómito negro que asoló a sus
habitantes.
Mina permaneció poco menos de un mes en
Soto la Marina, tiempo que aprovechó en la construcción de un fuerte de campaña
con la ayuda de los naturales del pueblo, de los reclutas y de los propios
expedicionarios. Al cabo de ese tiempo, habiendo recibido información de que el
brigadier relista Joaquín de Arredondo, comandante general de las Provincias
Internas de Oriente, se acercaba con sus tropas a Soto la Marina, decidió
partir el 24 de mayo hacia el interior del país, en busca de los insurgentes,
dejando el fuerte a cargo del sargento mayor José Sardá, junto con fray
Servando Teresa de Mier, vicario general de la División.
Mier dice que aunque él se empeñó en
acompañar a Mina, éste se obstinó en dejarlo, prometiendo “volver dentro de dos
meses, tiempo en que el fuerte podría sostenerse”. Y continúa diciendo: “En
vano le representé que en distancias tan grandes como las de nuestra América, y
envuelto por la multitud de enemigos, nunca podría volver, y que el fuerte, aun
cuando el enemigo nos diese tiempo de acabarlo, era indefensable”.
En efecto, el fuerte de Soto la Marina fue
arrasado por los realistas apenas dos semanas después de la salida de Mina. Según
un informe de 26 de junio dirigido desde El Sombrero a la Junta de Jaujilla por
el coronel Diego Noboa, jefe de Estado Mayor de Mina, en el fuerte de Soto la
Marina habían quedado la compañía de granaderos, la 1ª y 2ª de fusileros del
Regimiento de México, el vicario general, el comandante de artillería y parques
y el auditor de guerra encargado de la imprenta (el doctor Joaquín Infante,
natural de la Habana). Además, señala el informe de Noboa, habían dejado 4
carronadas de a 12, 2 obuses, 6 cañones de campaña, 2500 fusiles, 7000
cartucheras, 600 morriones y 200 uniformes, así como las municiones de guerra
competentes y de boca para tres meses.[2]
En su travesía rumbo al Bajío, la División
comandada por Mina libró tres batallas contra los realistas: Valle del Maíz,
Peotillos y Sierra de Pinos. En esas tres acciones, a pesar de haber salido
victoriosos los expedicionarios y haber capturado pertrechos, perdieron gran
parte de sus recursos y tuvieron 30 muertos y 25 heridos, según un informe del
coronel Noboa, jefe del Estado Mayor.
Mientras todo eso sucedía, los insurgentes
del Bajío permanecían ignorantes de la llegada de la Expedición, aunque
mantenían la esperanza en la llegada de un gran contingente de ejércitos
extranjeros. El primer encuentro de la División de Mina con gente de los
insurgentes se dio por casualidad en la cercanía de los Altos de Ibarra, no
lejos de León. James A. Brush describe que Mina había enviado a reconocer el
camino al capitán Pablo Erdozain, acompañado por un guía, y cuando pasaron
cerca del puesto insurgente, un centinela les marcó el alto. El oficial español
le explicó que pertenecía a la División de Mina, pero “no habiendo nunca
escuchado hablar del general, [los insurgentes] supusieron que era una partida
de realistas que venía a sorprenderlos en la oscuridad y dispararon a mansalva
sin herirlos”. Después de que se aclaró todo, el oficial español continuó
acompañado por algunos insurgentes hasta el fuerte El Sombrero, a unas seis
leguas de distancia, para informar sobre los hechos al comandante del fuerte.
El capitán Pablo Erdozain entró al fuerte
El Sombrero el 22 de junio, donde fue recibido por el mariscal de campo Pedro
Moreno, comandante del fuerte, quien a su vez comisionó al teniente coronel
Santiago González a que fuera a recibir a Mina en la hacienda de Ibarra.
Xavier Mina entró al fuerte el 24 de junio,
con el resto de la División. Según informe del coronel Diego Noboa, el total
efectivo de la División a su llegada al Sombrero era de 320 hombres, incluyendo
al Estado Mayor, ordenanzas, cuerpos armados, artilleros y criados.
Después de su llegada al fuerte,
Mina escribió al Gobierno de Jaujilla para anunciar su adhesión a
los insurgentes, solicitando al mismo tiempo el reconocimiento de las cuentas y
gastos de la Expedición, así como los grados que había asignado a algunos de
sus oficiales, y el de mariscal de campo para sí mismo.
La carta que envió Mina al gobierno de
Xaujilla, con fecha 1 de julio de 1817, es la siguiente:
NOTA: Este artículo es un fragmento del libro inédito "Resistencia insurgente en el Bajío (1813-1818), de Horacio Olmedo Canchola. Reservados todos los Derechos. Queda prohibida su difusión, copia o almacenamiento sin autorización expresa del Autor.
[1] Algunos autores,
basándose en William D. Robinson, datan el desembarco el 15 de abril de 1817.
Sin embargo, al informar Felipe de la Garza al virrey se establece la fecha del 22 de
abril, y fray Servando Teresa de Mier consigna también esta fecha en la
narración que recoge Carlos María de Bustamante en la Carta 22 del Cuadro histórico, primera época.
[2] Juan E. Hernández y Dávalos. «Facsímiles. Parte de D.
Francisco Javier Mina.» 1871.
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