REUNIÓN DE LA REPRESENTACIÓN DEL GOBIERNO INSURGENTE CON XAVIER MINA
A finales de junio de 1817, al recibir información sobre la
llegada de Xavier Mina al fuerte del Sombrero, la Junta de Jaujilla instruyó al
doctor José de San Martín, vocal del Gobierno, para que acudiera al fuerte con
el fin de cumplimentar a Mina, felicitar a su oficialidad y tratar diversos
asuntos concernientes a su participación en la insurgencia.
San Martín salió de Jaujilla el 29 de junio, acompañado por
un secretario (Antonio Basilio Vallejo), un capellán, ocho oficiales y otros
individuos. A tres leguas de Los Remedios fue recibido por el teniente general
José Antonio Torres (el padre Torres), comandante general de la provincia de
Guanajuato, con una escolta de ciento cincuenta dragones. La comitiva entró al
fuerte de Los Remedios la tarde del primero de julio, donde fue recibido el
gobernante con los honores militares y el correspondiente saludo de artillería.
San Martín permaneció en Los Remedios una semana, y el 7 de
julio salieron del fuerte el doctor San Martín y el padre Torres con una
numerosa comitiva de oficialidad y trescientos dragones. Llegaron al Sombrero al
día siguiente, pero no encontraron ni a Mina ni a Pedro Moreno, comandante
general del Potosí, porque habían ido con tropas de Encarnación Ortiz al ataque
a la hacienda de Jaral del Berrio.
Mina y Moreno regresaron al Sombrero el día 10, trayendo
consigo un cuantioso tesoro fácilmente obtenido en la hacienda de Jaral del Berrio.
De acuerdo con la minuta publicada en la Gaceta del Gobierno Provisional Mexicano en
las Provincias del Poniente, del miércoles 30 de julio de 1817, los actos en
El Sombrero se desarrollaron de manera cordial, y el doctor San Martín
manifestó en nombre del Gobierno de México la satisfacción por el arribo de
Mina y el reconocimientos “a todos los generosos protectores de su libertas”.
San Martín concluye su discurso diciendo lo siguiente:
La presencia de V. S. justificará ante todas las naciones nuestro procedimiento, y su testimonio ocular será irrecusado (sic) en los siglos venideros. Él patentizará que los americanos aman de corazón a los buenos españoles, que sus quejas se dirigen contra los bárbaros sanguinarios; que pelean para sacudir el yugo de plomo que por más de trescientos años los ha encorvado; que solamente desean la libertad de su Patria, y que luchan con bizarría y constancia porque están persuadidos que la guerra de la América es la guerra del género humano, y una guerra en que se interesa la prosperidad de la Europa. Éstos son, Sr. Gral., los sentimientos del Gobierno Mexicano. En su representación los manifiesto a V. S. teniendo el honor de entregarle el oficio que puso en mis manos para que yo, como uno de sus miembros, lo pasara a la de tan benemérito, esforzado y generoso militar.
La misma minuta da cuenta de la contestación de Xavier Mina,
en los siguientes términos:
El Sr. Mina contestó en términos muy preciosos y lacónico, diciendo en substancia que estaba persuadido de la justicia con que la América reclamaba sus derechos, de la opresión que estaba sufriendo de las heces del bajo pueblo español que había venido a la América que por su situación geográfica, por sus inmensas riquezas, por sus producciones preciosas, por el talento y amable índole de sus habitantes era digna de ocupar uno de los primeros rangos entre las naciones de Europa; que la consecución de tan interesante objeto era el de su expedición; que estaba muy lejos de tener ideas ambiciosas, que sus planes con las naciones extranjeras solamente se dirigían a salvar la América y proporcionarle la libertad; que para realizar estas promesas habían erogado sus aliados cuantiosas sumas; que estaban prontos a sacrificar otras mayores; que él con toda su división y sus arbitrios se ponía a la disposición del Gobierno Mexicano para que éste, con una sabia dirección, lo empleara en todas las operaciones que contribuyeran a la felicidad de esta América septentrional.
Ese episodio histórico ha generado diversos mitos y
supuestos cuyo origen se encuentra en el
libro Memoirs of the Mexican Revolution,
de William D. Robinson (1820). Este autor da una versión diferente y subjetiva de
los acontecimientos, afirmando que en esa reunión se le entregó a Mina el
“mando superior del ejército insurgente”, lo que provocó la envidia y protestas
del padre Torres. Pero el mismo Robinson contradice lo anterior al señalar que
si Torres y los demás jefes patriotas que estaban bajo sus órdenes hubieran
sacrificado sus intereses personales a la causa del país y cooperado magnánima
y cordialmente con Mina, lo hubieran nombrado comandante en jefe, y éste
hubiera hallado una superabundancia de hombres y de recursos.
En el acto referido, el doctor San Martín da a Mina el tratamiento
de Vuestra Señoría (V. S.) que le correspondía por el rango, y no el de Excelentísimo
Señor (Exmo. Sr.), y dice en su discurso que se hará que los comandantes
americanos tengan el honor de pelear al lado de Mina, como de hecho sucedió en
todas las acciones que llevó a cabo en El Bajío, pero eso de ninguna manera
significaba entregarle el mando superior de los ejércitos insurgentes como
afirma Robinson. Lo que sí se puede afirmar con base en el mismo discurso es
que en el acto se le otorgó el oficio de mariscal de campo, como previamente lo
había acordado la Junta de Jaujilla en respuesta a la solicitud de Mina (véase
el artículo anterior). Esto lo manifiesta el doctor San Martín al decirle que
tiene “el honor de entregarle el oficio que puso en mis manos (el Gobierno
mexicano) para que yo, como uno de sus miembros, lo pasara a la de tan
benemérito, esforzado y generoso militar”.
Por otro lado, independientemente del oficio que le fue
conferido por el Gobierno independiente, San Martín registra en su libro de Memorias que Mina propuso irse a
los Estados Unidos con
la división de
Ortiz, por Provincias Internas,
para volver antes
de un año
con diez mil
hombres, pero la propuesta no fue aprobada. En cambio, dice San Marín,
se determinó que el licenciado Cornelio Ortiz de Zarate fuera con la misma
comisión, lo cual no llegó a realizarse porque éste murió durante el sitio a
Los Remedios, en septiembre de 1817.
San Martín y Torres dejaron el fuerte El Sombrero el 11 de
julio, para regresar uno a Jaujilla y el otro a Los Remedios. Mina se quedó en
el fuerte con sus expedicionarios y las tropas de Moreno, Encarnación Ortiz y
Sebastián González. Más tarde, según se confirma por un informe del coronel
realista Juan de Horbegoso, ante la inminente presencia de las tropas realistas
al mando de Pascual de Liñán, el 27 de julio, por instrucciones del padre
Torres, Miguel Borja entró al fuerte El Sombrero con 200 de sus hombres y un
convoy de víveres. Refiriéndose a esto, nuevamente Robinson tergiversa los
hechos para culpar a Torres del fracaso de Mina, y afirma que la única ayuda que
el fuerte recibió del padre Torres consistió en setenta hombres de caballería
bajo el mando de Miguel Borja.
La mayoría de los autores que han referido la entrevista en
El Sombrero y los hechos posteriores siguen la versión de Robinson y, como éste,
señalan al padre Torres como el origen del fracaso de Xavier Mina. La realidad,
a la vista de otras fuentes primarias más allá de la obra de Robinson, fue diferente,
y si bien esto no cambia los hechos, si da luz y significado a la Resistencia
insurgente en el Bajío y a sus protagonistas. Algo que hasta ahora seguimos escatimado.
NOTA:
Este artículo es un fragmento del libro inédito "Resistencia insurgente
en el Bajío (1813-1818), de Horacio Olmedo Canchola. Reservados todos
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