Los delitos y crímenes más sonados del Tigre de Santa Julia
(Segunda parte)
Últimos años: crímenes, detención, fuga, reaprehensión y juicio
Tras ser detenido en la ciudad de México el 24 de noviembre
de 1902, por un escándalo en la calle Estrella, cerca de Nonoalco, donde
habitaba con Ramona Cabrera, su amante en turno, José de Jesús Negrete logró
fugarse en la esquina de las calles de Álamo y Sor Juana Inés de la Cruz, disparando
contra el gendarme Arnulfo Sánchez con una pistola escondida en un sarape que
le había dado la Cabrera al ser detenido.
Después de haber dado muerte al gendarme, Negrete huyó
por la calle de Encino, y anduvo prófugo por diferentes rumbos y con diferentes
nombres.
No obstante que era buscado por la policía, “El Tigre” siguió
cometiendo delitos por diferentes rumbos de la Capital. Uno de ésos lo cometió
en el barrio de Tacubaya, que, según el diario El Popular, era el escogido por Jesús Negrete y los suyos para sus
correrías. Allí estaba la cantina de Heraclio Rodríguez, al que Negrete había
conocido en el tercer regimiento de artillería de Tacubaya, y con el que comenzó
su carrera delictiva al cometer el robo de armas del almacén del cuartel,
haciendo un hoyo en la pared del edificio. Aquella tarde se habían reunido en
la cantina Marciano Cornejo, José Cisneros y Marcelino Molina, y cuando estaban
entrados en copas, Cisneros le quitó un sarape a Molina, y comenzó la riña.
Molina intentó rescatar su zarape, atacando con una hoz a Cisneros, y entonces
llamaron a Negrete, que se encontraba cenando con José Guadalupe Martínez, “El
Indio”, en la casa de éste, situada muy cerca de la cantina. Negrete acudió, y
riñó con Molina, quien resultó muerto por cuatro balazos que recibió en el
cuerpo.
Sin embargo, el delito que en su tiempo fue considerado el
más sanguinario de “El Tigre”, fue el ocurrido el 15 de octubre de 1904, en una
cantina de Santa Julia, llamada “La puerta del Sol”. Allí se encontraban
reunidos Negrete, Pedro Herrera (originario de la hacienda de Tupátaro, del
municipio de Cuerámaro, Gto.), José Galván, Marciano Cornejo, Vicente Godínez y
Lauro Frías. Este hecho dio origen al complemento del apodo de Negrete, para
ser conocido a partir de entonces como “El Tigre de Santa Julia”, apodo que
según reconocen varios diarios de la Capital, fue acuñado por El Imparcial. Los hechos, como los narra
el periódico El Popular del lunes 10
de junio de 1908, tomando las declaraciones del propio Negrete, sucedieron de
la siguiente manera:
Entre Godínez y Negrete surgió un disgusto y el segundo le dirigió al primero un insulto.—¡No le puedo responder a usted Don Chucho, -dijo Godínez- espéreme a que vaya a su casa a traer la contestación!—“No hay necesidad, repuso Negrete, tenga usted”. Y le dio su pistola.Como Godínez no hiciera uso de ella y se retirara de ese lugar con intención de llevársela, dijo el propietario del arma:—¡Oiga amigo, se la di para que me contestara, no para que se la cogiera! En vista de esto, Godínez entregó el arma y en unión de Frías se alejó del lugar.Detrás de ellos caminaban los otros y momentos después regresaron Godínez y Frías armados y comenzaron a hacer fuego sobre el grupo de Negrete, quien repelió la agresión, disparó y mató a Frías, dejando herido de gravedad a Godínez, por lo que un hijo de éste fue a dar a viso de lo ocurrido al Comandante de rurales, Don Teófilo del Pozo quien ordenó que salieran los guardas Regino Aguilar y José Álvarez por un camino que conduce al llano del Reventonazo, para donde iban los asesinos, en tanto que otro grupo salía por otro camino con el mismo objeto.Minutos después se trabó un verdadero combate, y murió un rural. En esta vez ya no iban más que Negrete y Galván, pues Cornejo había huido.Llegaron los foragidos (sic) al río del Consulado, el que atravesaron y cerca de allí hubo un nuevo encuentro, muriendo entonces un individuo llamado Leonardo Enríquez, que se había prestado a ayudar a los rurales, y José Galván, compañero de Negrete resultó herido.A negrete se le acabó el parque y entonces fue capturado con graves heridas en la cabeza.Los dos heridos se cambiaron los nombres, Negrete dijo que era Julio Lastre, y Galván Pedro Herrera, y esto dio lugar a que se dificultara la captura de Herrera, pues como Galván murió sin aclarar este punto, nadie se preocupaba por detener al verdadero Herrera.
Según reportó más tarde el diario El
País, Negrete, en sus declaraciones del 2 de junio de 1908, dijo que la
riña se suscitó porque “yo llevaba una daga y noté que me la habían sacado.
Reclamé y me dijeron que Vicente Godínez me la había robado”.
Cárcel de Belén, a principios del siglo XX. (Imagen tomada de Internet, sin datos) |
José de Jesús Negrete fue recluido en la cárcel de Belén, donde
se le comenzó un proceso judicial en el que el Agente del Ministerio Público pedía
para él la pena de muerte. Ahí permaneció hasta la madrugada del 29 de noviembre
de 1905, cuando junto con otros cuatro reos de Belén llevó a cabo una
sensacional fuga, como fue calificada por los diarios de la Capital.
Los reos fugados, además de “El Tigre”, fueron el francés Francisco Sarracín, al que
le faltaban dos meses para cumplir su sentencia de ocho años, acusado de robo y
estafas, haciéndose pasar por agricultor, minero, comerciante, turista, y sacerdote;
Felipe Rodríguez y Fernández, “El Marquesito”, que se decía de nacionalidad
española, sentenciado a cinco años de prisión por falsificación de firmas y
estafa a diferentes bancos; Anacleto López, sentenciado a muerte por varios
asesinatos y una fuga anterior; Pedro Mejía, que había sido indultado de la
pena de muerte por asesinato, conmutándosele la sentencia por veinte años de
cárcel.
Todos los fugados fueron reaprehendidos el mismo día,
excepto Negrete, que logró huir y perderse por la calzada Chapultepec.
Imagen tomada de El Imparcial |
José de Jesús Negrete anduvo prófugo durante seis meses,
hasta el 28 de mayo de 1906, cuando finalmente fue reaprehendido por la policía.
Se supo entonces que el día de la evasión “El Tigre” había ido al barrio de
Puerto Pinto, en Tacubaya, donde vivía Inés Escogido, una de sus amantes.
Después se escondió en el centro de la ciudad, en el callejón de Sombrereros, y
de ahí se fue a las cercanías de Xochimilco y Tláhuac, donde se juntó con José
Bonilla, conocido como “El Terror del Ajusco”, y José Alvear, “El Yerbero”, que
tenían su guarida en el pueblo de Tlaltenco, al oriente de la Capital.
Félix Díaz (Tomada de Internet, sin datos) |
Al conocer el paradero de Negrete, el Inspector General de
la policía, coronel Félix Díaz, se puso de acuerdo con el jefe político de
Chalco, Ignacio Montero, para organizar su captura. En la mañana del martes 27
de marzo de 1906, llegaron los agentes de la policía al lugar donde vivía un
individuo de nombre Fructuoso Alcocer. Al descubrir su presencia, un hombre
vestido con calzón blanco, blusa del mismo color, chaleco gris, huaraches y
sombrero, comenzó a dispararles, mientras dos individuos salían huyendo del
jacal. El que disparaba era José Bonilla, quien finalmente resultó muerto por
las balas de los policías. José Bonilla tenía un largo historial sangriento, y
había sido buscado infructuosamente por la policía. Los dos que lograron huir
eran José de Jesús Negrete y José Alvear.
La policía seguía de cerca los pasos de “El Tigre
de Santa Julia”, y pronto descubrió que el lugar que más frecuentaba era una casa situada
en la calle de Nopalito, en el barrio de Puerto Pinto, en Tacubaya, donde vivía
Guadalupe Guerrero, de quien Negrete “estaba profundamente enamorado”.
Finalmente,
el 28 de mayo de 1906 fue aprehendido José de Jesús Negrete, “El Tigre de Santa
Julia”, defecando tras un nopal.
De esa manera nació la frase infinitamente repetida por los
mexicanos: “te agarraron como al Tigre de Santa Julia”.
Tras su detención, “El Tigre de Santa Julia” fue trasladado de
la cárcel de Belén a la Penitenciaría del Distrito Federal, por Domingo
Martínez, jefe de las comisiones de seguridad, a bordo de un carro municipal
conocido como “El Diablo”. Su proceso se inició en el Juzgado segundo de
Instrucción, por los delitos de asalto y robo, posterirmente sería turnado al Lic.
Renato Hernández y Hernández, Agente del Ministerio Público, y luego a una
presidencia de debates, para ser llevado al Jurado popular.
Penitenciaría del Distrito Federal (Imagen tomada de Internet, sin datos) |
Además de diversas cuestiones referentes a los delitos y
crímenes del acusado, durante el proceso también se ventilaron intimidades,
como las que se refieren a las amantes de Negrete. El Imparcial, da cuenta de
ello en su publicación del 10 de julio de 1906:
Siempre se consideró a este delincuente (José de Jesús Negrete) como a un vulgar criminal, sin ingenio ni tacto, dotado, sí, de una ferocidad extrema, sanguinario en el más alto grado […]Las averiguaciones que se han emprendido […] han venido a demostrar que Negrete es un hombre suspicaz, calculador y de ingenio, y que la mayor parte de sus crímenes fueron preparados fríamente, hasta obtener la seguridad del éxito. Para ello explotaba el cariño de las mujeres a quienes hacía sus amantes y a las que iniciaba después en sus peligrosas aventuras.LAS QUERIDAS DE NEGRETEHasta hoy se sabe con certidumbre que cinco fueron las mujeres que vivieron con el terrible bandido, y que a cuatro de ellas hizo cómplices de gravísimos delitos: sus nombres son: Mariana Torres, Ramona Cabrera, Inés Escogido, Manuela Álvarez y María Guadalupe Guerrero. […] Esta mujer (Guadalupe Guerrero) es la única que actualmente no manifiesta rencor por el bandido; las otras, lo odian mortalmente, a pesar de la difícil situación en que se encuentran, puesto que tendrán que responder de los crímenes en que tomaron parte, parece que un anhelo de venganza las mantiene enérgicas y resueltas, como ninguno de los secuaces del bandido.
Imagen de la banda de "El Tigre de Santa Julia", tomada de El Imparcial |
Pero la novedad de los primeros tiempos del proceso se
fueron enfriando, y pronto los diarios relegaron la noticia a notas breves,
perdidas en las páginas interiores, hasta mayo, cuando se informó que daría
inicio el jurado, al que los diarios de la Capital calificaban como “el más
importante del año”.
El lunes 1 de junio de 1908 comenzó el juicio de José de
Jesús Negrete, “El Tigre de Santa Julia”. Esta nueva etapa del proceso generó
diferentes reacciones en el público de todas las clases sociales, que con morbo
llenaba la sala del jurado, hasta convertirlo en un espectáculo que ahora, a la
distancia de un siglo, podemos comparar con algunas escenas de la película “Ahí
está el detalle”, protagonizada por Cantinflas en 1940. Lo mismo sucedía con
las crónicas y la postura de los periódicos y panfletos: algunos atenuaban los
crímenes del acusado y admiraban su hombría; otros, los más, provocaban el morbo,
como si se tratara de una prolongada serie policiaca, para seguir vendiendo sus
publicaciones.
Los principales diarios de la Capital dieron cuenta del
inicio del juicio. Desde las primeras horas de la mañana se congregó una
multitud frente al Palacio penal, en espera de que se abrieran puertas. A las
nueve de la mañana se dio acceso al primer salón del jurado, y luego de que los
jurados y el juez tomaron sus respectivos asientos, se dio orden para que entra
el famoso bandolero.
Todas las miradas se dirigieron hacia la puerta del fondo, apareciendo el criminal y demás compañeros suyos acompañados de fuerte escolta de policía. ”El Tigre” echó una ojeada a todos lados y sin inmutarse ni bajar la cabeza siquiera, se colocó en el banquillo de en medio, rodeado de sus compañeros de latrocinio y asesinato.
Lic. Agustín Arroyo de Anda |
El Tribunal quedó integrado de la siguiente manera:
Juez primero Presidente de Debates, Lic. Telésforo A. Ocampo;
Secretario, Lic. Esteban Salinas Gil; Agente del Ministerio Público, Lic. José
M. Lozano; defensores, Lic. Carlos Belina, Lic. Agustín Arroyo de Anda, Lic.
Ricardo Gómez Robelo, Lic. Benjamín Escamilla, Lic. Francisco Icaza, Lic. Jesús
Urueta, Lic. Enrique Beltrán, Lic. José Ma. Sáyago; pasante de derecho,
Hipólito Olea y el Dr. David Palermo Serrano.
El jurado popular, por Luciano Block, Luciano Carriles, Juan
B. Contreras, Eduardo Cuevas, hijo; Z. Clement, Agustín Curt, Manuel Calderóin,
Manuel Cruz, Francisco Dupont, y los supernumerarios, Agustín Chastel,
Celestino Dosal y Adolfo Camacho.
Después de la protesta de ley, y luego de que se retiraron
los procesados, excepto Negrete, comenzaron los interrogatorios. “El Tigre”
negó con gran descaro todos los crímenes —informa El Tiempo—, por más que se mostraban pruebas que hay contra él.
José de Jesús Negrete, "El Tigre de Santa Julia", rindiendo declaraciones ante el Jurado |
En el debate comenzaron a salir a la luz nuevos datos sobre
la vida del acusado. El Imparcial, en
su edición del 3 de junio de 1908, informa que Negrete confesó tener una hija
llamada Leonila, a la que dejó con una amiga para que la educara, mientras él
se dedicaba a cortejar libremente a una mujer. La fuente no informa sobre la
edad de la hija de Negrete, ni quién era su madre, ni en dónde se encontraba;
aunque posteriormente dijo que vivía en el estado de Guanajuato. Después se
supo que además de Leonila, Negrete había engendrado más de una docena de hijos de
diferentes mujeres, y que a todos los había abandonado.
Finalmente, el Juez
Primero Presidente de Debates dictó sentencia el 16 de junio de 1908.
José de Jesús Negrete, “El Tigre de Santa Julia”, fue condenado a muerte por los los homicidios del gendarme Arnulfo Sánchez, el rural Regino Aguilar y los paisanos Marcelino Molina y Lauro Frías.
José de Jesús Negrete, “El Tigre de Santa Julia”, fue condenado a muerte por los los homicidios del gendarme Arnulfo Sánchez, el rural Regino Aguilar y los paisanos Marcelino Molina y Lauro Frías.
Después, informa El
Tiempo en su publicación del 24 de junio de 1908, “El Tigre de Santa
Julia”, reo de muerte, fue trasladado de la cárcel de Belén a la Penitenciaría,
donde fue rapado, rasurado y encerrado en la misma celda que antes ocupaba [la número
88 de la primera crujía], después de habérsele puesto el traje listado de los
presidiarios y la gorrilla numerada.
Interior de la Penitenciaría del Distrito Federal (Imagen tomada de Internet, sin datos) |
Los defensores de Negrete procuraron por todos los medios
impedir la ejecución. En la publicación de El
Tiempo (27 de agosto de 1910), se encuentra una breve nota en la que informa
que el Lic. Justo San Pedro, había solicitado del presidente de la República, la
gracia del indulto para su defendido, la que le fue negada. También se interpuso
en su oportunidad una apelación contra la sentencia a muerte que le había sido
dictada. Sin embargo, conforme a la publicación en el Diario de Jurisprudencia del Distrito y Territorios Federales (7 de
diciembre de 1910), en la sentencia ejecutoria en segunda instancia dictada por
el presidente y los magistrados de la Cuarta Sala del Tribunal Superior de
Justicia del Distrito Federal se “confirma la sentencia que condenó a José de
Jesús Negrete a sufrir la pena capital, que se ejecutará con las formalidades y
solemnidades de ley”, ratificando al mismo tiempo las sentencias de prisión por
más de ocho años, y multas, que respectivamente se habían dictado a Agustín
Cisneros y Marcelino Cornejo, sus cómplices.
(CONTINUARÁ: Jesús Negrete dio vida al Tigre de Santa Julia; su muerte, a la leyenda...)
[Todos los artículos la serie "Desvelando la leyenda del Tigre de Santa Julia" que han sido publicados en este Blog Horario: consagrado a las horas, son de la autoría de Horacio Olmedo Canchola, como resultado de una investigación hemerográfica y documental independiente. Quedan reservados todos los derechos y protegidos por las leyes nacionales e internacionales sobre el Derecho de Autor.]