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Nació en Cuerámaro, Guanajuato. Es DOCTOR EN ARQUITECTURA (2009), Maestro en Arquitectura (2000) y Arquitecto (1976), por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Miembro de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística; profesor de asignatura en Posgrado en Arquitectura (FA UNAM), coordinador y ponente de diplomados en la DECAD FA UNAM, profesor titular en la Universidad Marista campus Ciudad de México, profesor invitado de posgrado por la Universidad de San Carlos de Guatemala (USAC), conferencista, aficionado a la pintura, la música, la historia y la literatura; viajero empedernido, autor de la monografía histórica "Cuerámaro... desde los muros de una hacienda" publicada en la edición especial de la Colección Bicentenario (2010), Gobierno del Estado de Guanajuato. Socio activo de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, y fundador y presidente de la SMGE Correspondiente en el Bajío de Guanajuato. Actualmente es Director de Integración de Planeación, Proyectos y Presupuesto, de la Dirección General de Obras y Conservación de la UNAM.

martes, 22 de noviembre de 2016

ARQUITECTURA EN EL TIEMPO HISTÓRICO (CUARTA Y ÚLTIMA PARTE)

BASÍLICA COLEGIATA DE NUESTRA SEÑORA DE GUANAJUATO

Cuarta y última parte

(Fragmentos de la conferencia dictada por el Dr. Horacio Olmedo Canchola en el Salón Juan Pablo II de la Basílica Colegiata de Nuestra Señora de Guanajuato, el 12 de octubre de 2016, en el marco del Curso Arte y Devociones Religiosas en la Ciudad de Guanajuato, coordinado por el Dr. José Luis Lara Valdés, de la Universidad de Guanajuato)

Fotografía de Miguel Ángel Ramírez. 2016

ELEMENTOS FORMALES



En lo que se refiere a los elementos decorativos en el exterior del edificio, Borromeo recomienda que en la pared posterior y en las laterales no se representen imágenes.
Y así se concibió el volumen original del nuevo templo: austero y sobrio en el exterior, con paramentos verticales libres de ornamentación, excepto por las portadas de las entradas laterales, cuyo diseño es muy sencillo, sin imágenes, definido por dos cuerpos, aunque bien podrían considerarse tres, que se rigen por el arco de medio punto de la puerta, aplicando en toda su composición las proporciones áureas.



Por lo contrario, las mismas Instrucciones señalan que en la fachada principal de la iglesia debe colocarse la imagen de la Virgen María en la parte superior de la entrada, y que, de ser posible por las dimensiones de la portada, también se ponga por el lado derecho de la Virgen la efigie del santo o santa que da nombre a la iglesia, y por la izquierda, otra del santo o santa al cual le rinde veneración el pueblo.
A ese respecto, para la parroquia de Guanajuato se determinó la composición de la fachada principal con una portada de tres cuerpos de cantera rosa labrada, cuyos elementos constructivos y estilísticos que van del barroco sobrio al rico, permiten ubicar su fábrica a finales del siglo XVII y principios del XVIII.

Elementos de la portada principal de la Basílica Colegiata de Nuestra Señora de Guanajuato. (Horacio Olmedo Canchola 2016)
En el barroco sobrio —de acuerdo con Manuel Toussaint—, la portada principal se desarrolla en torno a un arco de medio punto flanqueado por pilastras o columnas pareadas o sencillas, con funciones meramente ornamentales, y sobre el arco se coloca un nicho, una ventana o un relieve.
Tal es el caso de la portada principal de la Parroquia de Guanajuato. En ésta, el primer cuerpo de la portada, concebido a la manera de un arco de triunfo, se divide horizontalmente en dos niveles, marcando la línea divisoria con una imposta regida por elementos modificados del corintio y las molduras de los capiteles, que rompen todos los cánones de los órdenes clásicos, con lo que se generan claroscuros y se resaltan los planos verticales.
La imposta remata en el arranque del arco de medio punto, cuyos ejes determinan el desarrollo compositivo de la portada.



En la clave del arco se ve una concha con la tiara y las llaves de san Pedro, símbolos del papado y de la Contrarreforma. A partir de este elemento focal se genera una peana que sigue las molduras del entablamento, dando la impresión de que sobre ella descansa la imagen de la Virgen, que está en el vitral del coro.
Sobre el arco se dejaron las enjutas, decoradas con ramas de acanto o de helechos.
La puerta está flanqueada a cada lado por pilastras rectangulares pareadas, con elementos corintios en los capiteles, en cuyos intercolumnios se enmarcan los nichos de los santos.
La parte baja del primer cuerpo honra a los apóstoles Pedro y Pablo, pilares de la Iglesia católica. Al lado derecho de la puerta se encuentra la imagen de san Pedro; al izquierdo, la de san Pablo, sobre peanas que suben elegantes entre los basamentos de las pilastras.
La parte superior del primer cuerpo fue dedicada a los santos patronos de la población. En el lado derecho de la puerta, por arriba del nicho de san Pedro, en el mismo eje, se encuentra la imagen de san Ignacio de Loyola, cuyo patrocinio sobre la población fue jurado desde 1616.
Al otro lado, arriba de la de san Pablo, se colocó la de san Nicolás Tolentino, patrono de la minería guanajuatense, con lo que se significa el patrocinio de Juan Diez de Bracamontes, dueño de la mina de Rayas y principal patrocinador de la nueva iglesia, quien seguramente influyó en la definición del programa iconográfico.
El arco de triunfo remata en un entablamento sin friso, con elementos modificados del corintio, y a partir de ésta asciende con mayor profusión el segundo cuerpo, con características del barroco rico, flanqueado por dos pináculos que simulan ser sus guardianes.

 
El centro focal del segundo cuerpo es la ventana del coro, con el vitral de Nuestra Señora de Guanajuato, rematada con un arco mixtilíneo que se prolonga en las pilastras de sus jambas, con capiteles que parecen multiplicarse con sus molduras.
El ventanal está flanqueado con dos pares de columnas tritóstilas con capitel corintio modificado, dos exentas y dos adosadas, sin funciones estructurales, pero que imprimen al conjunto un movimiento característico del barroco. Este movimiento se acusa con los distintos planos que generan los capiteles superpuestos, y que se prolongan como arquitrabe a lo ancho del cuerpo.
Para enmarcar lateralmente este segundo cuerpo, en cada extremo se colocó una pilastra con capitel corintio modificado, teniendo a cada lado, en el estribo, otra pilastra tablerada, sin capitel.
En el intradós del arco mixtilíneo y siguiendo el movimiento de los capiteles, se genera una cornisa quebrada de la que surge una robusta peana que da origen al tercer cuerpo.
Lamentablemente este elemento adolece en la actualidad de varios defectos producidos por alguna restauración, que si bien pasan desapercibidos al común de los espectadores, resultan evidentes al analizarlos detenidamente, como se puede observar en esta imagen.
El último cuerpo de la portada, escoltado también por dos pináculos, representa la exaltación de la Asunción de María, como resultado de la aplicación de los decretos del Concilio de Trento.

 
El punto focal es la imagen de la Virgen de la Asunción, que aparece sostenida por querubines en su tránsito al cielo, enmarcada en segundo plano por un nicho de concha en arco de medio punto, cuyas enjutas son decoradas con ramas de acanto.
El nicho está flanqueado por columnas pareadas con capitel corintio modificado, revestidas con follaje de parras y racimos de uvas, como elementos representativos de la Eucaristía.
Como habrá podido observarse, en todas las pilastras, columnas y entablamentos de la fachada se acusan elementos del corintio. Por tanto, es oportuno recordar las recomendaciones de Serlio para el uso de los distintos órdenes en las iglesias, en el sentido de relacionar el dórico con los santos más extrovertidos y con carácter militar; el jónico, con los santos y santas matronales —ni demasiado duros ni demasiado tiernos— y también con los hombres cultos, y por último, el corintio, relacionado con las vírgenes, y muy especialmente con la Virgen María.


El último elemento formal de la portada principal del templo es el remate, con un frontón quebrado que enmarca a dos pequeños ángeles sosteniendo una corona imperial —actualmente mutilada en el frente—, de la que se desprenden flores, significando la entronización y culminación del ciclo de vida de la Virgen María.
Para concluir el breve análisis de la fachada principal, se puede afirmar que su composición, y por tanto la de su portada y las torres, al igual que el trazo de la planta y su volumetría, se basa en la aplicación de las proporciones áureas al diseño arquitectónico, en el marco de la Contrarreforma tridentina y del pensamiento barroco, como dejamos dicho, y se plantea también en estas imágenes.

Estudio preliminar de las proporciones compositivas de la fachada principal. (Horacio Olmedo Canchola 2016)
 
Queda por mucho por hablar sobre la arquitectura de la Parroquia. Por ejemplo, hay mucho que decir sobre su hermoso interior, para analizar ese estilo ecléctico en el que cantan el barroco y el neoclásico, recordándonos que conlleva la historia de sus patrocinadores, la de sus creadores y la de sus constructores, pero también la de los usuarios que le han dado vida al paso del tiempo.
También queda mucho por decir sobre la cúpula y sus pechinas, de sus bóvedas con lunetos, de sus capillas y los retablos barrocos desaparecidos, y de las transformaciones de que fueron objeto para satisfacer los gustos y necesidades de nuevas épocas.

  
Igualmente, queda pendiente hablar de otros elementos arquitectónicos que al paso del tiempo fueron modificando la armonía volumétrica de la arquitectura original, como la casa de los curas, el camarín, la sacristía nueva, la capilla de la Virgen de los Dolores, que más tarde se consagró a Nuestra Señora de Lourdes, la torre del reloj, y hasta de las campanas, que con voces profundas y claras surgidas del bronce nos cuentan historias seculares de la magnífica ciudad de Santa Fe de Guanajuato…



Pero esa será otra historia…

(Excepto donde se indica otra cosa, todas las fotografías e ilustraciones son propiedad del Dr. Horacio Olmedo Canchola)

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