BASÍLICA COLEGIATA DE NUESTRA SEÑORA DE GUANAJUATO
Cuarta y última parte
(Fragmentos
de la conferencia dictada por el Dr. Horacio Olmedo Canchola en el
Salón Juan Pablo II de la Basílica Colegiata de Nuestra Señora de
Guanajuato, el 12 de octubre de 2016, en el marco del Curso Arte y
Devociones Religiosas en la Ciudad de Guanajuato, coordinado por el Dr.
José Luis Lara Valdés, de la Universidad de Guanajuato)
Fotografía de Miguel Ángel Ramírez. 2016 |
ELEMENTOS FORMALES
En lo que se
refiere a los elementos decorativos en el exterior del edificio, Borromeo recomienda
que en la pared posterior y en las laterales no se representen imágenes.
Y así se
concibió el volumen original del nuevo templo: austero y sobrio en el exterior,
con paramentos verticales libres de ornamentación, excepto por las portadas de
las entradas laterales, cuyo diseño es muy sencillo, sin imágenes, definido por
dos cuerpos, aunque bien podrían considerarse tres, que se rigen por el arco de
medio punto de la puerta, aplicando en toda su composición las proporciones
áureas.
Por lo
contrario, las mismas Instrucciones señalan
que en la fachada principal de la iglesia debe colocarse la imagen de la Virgen
María en la parte superior de la entrada, y que, de ser posible por las
dimensiones de la portada, también se ponga por el lado derecho de la Virgen la
efigie del santo o santa que da nombre a la iglesia, y por la izquierda, otra
del santo o santa al cual le rinde veneración el pueblo.
A ese
respecto, para la parroquia de Guanajuato se determinó la composición de la fachada
principal con una portada de tres cuerpos de cantera rosa labrada, cuyos elementos
constructivos y estilísticos que van del barroco sobrio al rico, permiten
ubicar su fábrica a finales del siglo XVII y principios del XVIII.
Elementos de la portada principal de la Basílica Colegiata de Nuestra Señora de Guanajuato. (Horacio Olmedo Canchola 2016) |
En el
barroco sobrio —de acuerdo con Manuel Toussaint—, la portada principal se
desarrolla en torno a un arco de medio punto flanqueado por pilastras o
columnas pareadas o sencillas, con funciones meramente ornamentales, y sobre el
arco se coloca un nicho, una ventana o un relieve.
Tal es el
caso de la portada principal de la Parroquia de Guanajuato. En ésta, el primer cuerpo
de la portada, concebido a la manera de un arco de triunfo, se divide horizontalmente
en dos niveles, marcando la línea divisoria con una imposta regida por elementos
modificados del corintio y las molduras de los capiteles, que rompen todos los
cánones de los órdenes clásicos, con lo que se generan claroscuros y se resaltan
los planos verticales.
La imposta remata
en el arranque del arco de medio punto, cuyos ejes determinan el desarrollo
compositivo de la portada.
En la clave
del arco se ve una concha con la tiara y las llaves de san Pedro, símbolos del
papado y de la Contrarreforma. A partir de este elemento focal se genera una
peana que sigue las molduras del entablamento, dando la impresión de que sobre
ella descansa la imagen de la Virgen, que está en el vitral del coro.
Sobre el arco
se dejaron las enjutas, decoradas con ramas de acanto o de helechos.
La puerta está
flanqueada a cada lado por pilastras rectangulares pareadas, con elementos
corintios en los capiteles, en cuyos intercolumnios se enmarcan los nichos de
los santos.
La parte
baja del primer cuerpo honra a los apóstoles Pedro y Pablo, pilares de la
Iglesia católica. Al lado derecho de la puerta se encuentra la imagen de san
Pedro; al izquierdo, la de san Pablo, sobre peanas que suben elegantes entre
los basamentos de las pilastras.
La parte
superior del primer cuerpo fue dedicada a los santos patronos de la población.
En el lado derecho de la puerta, por arriba del nicho de san Pedro, en el mismo
eje, se encuentra la imagen de san Ignacio de Loyola, cuyo patrocinio sobre la
población fue jurado desde 1616.
Al otro
lado, arriba de la de san Pablo, se colocó la de san Nicolás Tolentino, patrono
de la minería guanajuatense, con lo que se significa el patrocinio de Juan Diez
de Bracamontes, dueño de la mina de Rayas y principal patrocinador de la nueva
iglesia, quien seguramente influyó en la definición del programa iconográfico.
El arco de
triunfo remata en un entablamento sin friso, con elementos modificados del
corintio, y a partir de ésta asciende con mayor profusión el segundo cuerpo, con
características del barroco rico, flanqueado por dos pináculos que simulan ser
sus guardianes.
El centro
focal del segundo cuerpo es la ventana del coro, con el vitral de Nuestra
Señora de Guanajuato, rematada con un arco mixtilíneo que se prolonga en las
pilastras de sus jambas, con capiteles que parecen multiplicarse con sus
molduras.
El ventanal
está flanqueado con dos pares de columnas tritóstilas con capitel corintio
modificado, dos exentas y dos adosadas, sin funciones estructurales, pero que
imprimen al conjunto un movimiento característico del barroco. Este movimiento
se acusa con los distintos planos que generan los capiteles superpuestos, y que
se prolongan como arquitrabe a lo ancho del cuerpo.
Para
enmarcar lateralmente este segundo cuerpo, en cada extremo se colocó una
pilastra con capitel corintio modificado, teniendo a cada lado, en el estribo, otra
pilastra tablerada, sin capitel.
En el
intradós del arco mixtilíneo y siguiendo el movimiento de los capiteles, se
genera una cornisa quebrada de la que surge una robusta peana que da origen al
tercer cuerpo.
Lamentablemente
este elemento adolece en la actualidad de varios defectos producidos por alguna
restauración, que si bien pasan desapercibidos al común de los espectadores, resultan
evidentes al analizarlos detenidamente, como se puede observar en esta imagen.
El último
cuerpo de la portada, escoltado también por dos pináculos, representa la
exaltación de la Asunción de María, como resultado de la aplicación de los decretos
del Concilio de Trento.
El punto
focal es la imagen de la Virgen de la Asunción, que aparece sostenida por
querubines en su tránsito al cielo, enmarcada en segundo plano por un nicho de
concha en arco de medio punto, cuyas enjutas son decoradas con ramas de acanto.
El nicho
está flanqueado por columnas pareadas con capitel corintio modificado, revestidas
con follaje de parras y racimos de uvas, como elementos representativos de la
Eucaristía.
Como habrá
podido observarse, en todas las pilastras, columnas y entablamentos de la
fachada se acusan elementos del corintio. Por tanto, es oportuno recordar las
recomendaciones de Serlio para el uso de los distintos órdenes en las iglesias,
en el sentido de relacionar el dórico con los santos más extrovertidos y con
carácter militar; el jónico, con los santos y santas matronales —ni demasiado
duros ni demasiado tiernos— y también con los hombres cultos, y por último, el
corintio, relacionado con las vírgenes, y muy especialmente con la Virgen
María.
El último
elemento formal de la portada principal del templo es el remate, con un frontón
quebrado que enmarca a dos pequeños ángeles sosteniendo una corona imperial
—actualmente mutilada en el frente—, de la que se desprenden flores,
significando la entronización y culminación del ciclo de vida de la Virgen
María.
Para
concluir el breve análisis de la fachada principal, se puede afirmar que su
composición, y por tanto la de su portada y las torres, al igual que el trazo
de la planta y su volumetría, se basa en la aplicación de las proporciones áureas
al diseño arquitectónico, en el marco de la Contrarreforma tridentina y del
pensamiento barroco, como dejamos dicho, y se plantea también en estas imágenes.
Estudio preliminar de las proporciones compositivas de la fachada principal. (Horacio Olmedo Canchola 2016) |
Queda por mucho por hablar sobre la
arquitectura de la Parroquia. Por ejemplo, hay mucho que decir sobre su hermoso
interior, para analizar ese estilo ecléctico en el que cantan el barroco y el
neoclásico, recordándonos que conlleva la historia de sus patrocinadores, la de
sus creadores y la de sus constructores, pero también la de los usuarios que le
han dado vida al paso del tiempo.
También queda
mucho por decir sobre la cúpula y sus pechinas, de sus bóvedas con lunetos, de
sus capillas y los retablos barrocos desaparecidos, y de las transformaciones
de que fueron objeto para satisfacer los gustos y necesidades de nuevas épocas.
Igualmente, queda pendiente hablar de otros elementos arquitectónicos que al paso del tiempo fueron
modificando la armonía volumétrica de la arquitectura original, como la casa de
los curas, el camarín, la sacristía nueva, la capilla de la Virgen de los
Dolores, que más tarde se consagró a Nuestra Señora de Lourdes, la torre del
reloj, y hasta de las campanas, que con voces profundas y claras surgidas del
bronce nos cuentan historias seculares de la magnífica ciudad de Santa Fe de
Guanajuato…
Pero esa
será otra historia…
(Excepto donde se indica otra cosa, todas las fotografías e ilustraciones son propiedad del Dr. Horacio Olmedo Canchola)
Gracias por trabajos tan didácticos.
ResponderEliminar