BASÍLICA COLEGIATA DE NUESTRA SEÑORA DE GUANAJUATO
Tercera Parte
(Fragmentos
de la conferencia dictada por el Dr. Horacio Olmedo Canchola en el
Salón Juan Pablo II de la Basílica Colegiata de Nuestra Señora de
Guanajuato, el 12 de octubre de 2016, en el marco del Curso Arte y
Devociones Religiosas en la Ciudad de Guanajuato, coordinado por el Dr.
José Luis Lara Valdés, de la Universidad de Guanajuato)
EL EMPLAZAMIENTO
Conforme a los decretos tridentinos y las recomendaciones
de Borromeo, lo primero que debía hacerse para ubicar el emplazamiento de la nueva Parroquia de Guanajuato, era obtener la aprobación del obispo
y elegir el lugar más apropiado para el edificio, de acuerdo con el consejo del arquitecto
que se hubiera empleado para ello.
Sobre todo, debía cuidarse que se hiciera en un lugar algo más elevado, donde fuera visible
desde todos los contornos, pero poniendo especial cuidado en que no se eligiera
un lugar húmedo ni cerca de colinas ni de lugares en declive. Sin embargo, Borromeo también previene que si
alguna vez es necesario edificar en un declive, debía hacerse con el trabajo de
los hombres una planicie que respondiera a la magnitud de la futura iglesia.
Y eso fue
lo que se hizo para edificar la nueva parroquia, porque por las condiciones del terreno fue necesario levantar
una plataforma que permitiera alcanzar la planicie requerida para el piso de la
iglesia y del atrio: se construyeron muros de mampostería y bóvedas, cuyos espacios vacíos fueron
ocupados más tarde por criptas, como las que se pueden ver abajo de la
sacristía y del camarín de la Virgen. Posteriormente, se ocuparon otros
espacios con accesorias, como se puede ver en la esquina del Callejón del Truco, donde
se alcanza el mayor desnivel.
Seguramente, otro
referente considerado para definir el emplazamiento del edificio fue la Ordenanza de Felipe II, de 1573, en la
que se señala que la iglesia en las ciudades del interior, como es el caso de Guanajuato,
no debían construirse sobre la plaza, pero sí a cierta distancia de ésta,
siendo lo mejor sobre una elevación del terreno para que pudiera verse desde
todas partes y para que fuera necesario subir por gradas para entrar al templo.
Esto también lo considera Borromeo en las Instrucciones.
En
Guanajuato se dieron todas esas condiciones, aprovechando de la mejor manera
las características y condicionantes del terreno.
FORMA Y ORIENTACIÓN DEL EDIFICIO
En lo que se refiere a la forma de la planta del edificio, las Instrucciones prescriben que el mejor
criterio es la CRUZ LATINA, a semejanza del cuerpo humano, con la Capilla Mayor
en la cabeza, y capillas a uno y otro lado en cada brazo, en los extremos del
transepto.
Por lo que
toca a la orientación, las Instrucciones
establecen que la capilla mayor debe erigirse en el testero de la iglesia, en
el lugar más elevado, cuya parte posterior debe mirar en línea recta hacia el
oriente, pero que no debía situarse completamente hacia el oriente solsticial,
sino hacia el equinoccial.
En el oriente
solsticial los rayos llegan con una inclinación de 23° 27’, porque el Sol se
encuentra en uno de los trópicos.
El oriente equinoccial es el punto por donde aparece el Sol en los
equinoccios, entre el 20 y 21 de marzo o entre el 22 y 23 de septiembre, cuando
el Sol se halla sobre el Ecuador y sus rayos llegan perpendicularmente a la Tierra.
Las Instrucciones de Borromeo, también prevén los casos
en los que por las características del sitio no pudiera orientarse la capilla
mayor como está dicho, en cuyo caso se da libertad, y sólo se excluye de manera
terminante su colocación al norte.
En Guanajuato,
debido a las peculiares condiciones topográficas de su emplazamiento, fue
necesario girar un poco el trazo de la nueva iglesia, de manera que la Capilla
Mayor y el ábside quedaron orientados con rumbo aproximado de 75 grados este-nord-este.
Lo anterior
se explica si se analiza el trazo de los ejes de la iglesia en el esquema
general de la plaza. De ese modo se observa que el eje longitudinal del edificio
es sensiblemente paralelo con el lado sureste de la poligonal de la plaza, por
lo que el centro del crucero pudo haberse definido geométricamente aplicando la
proporción áurea a ese lado, y a partir de éste generar la localización de los
ejes del edificio.
Contando con ese trazo, la posición de los ejes
respecto al triángulo generador y la propia configuración del sitio le confieren
a la iglesia una perspectiva única, diferente a la de cualquier otro edificio
de su tipo, dejando ver su volumen y la fachada principal en un escorzo armónico
e imponente que va creciendo ante el espectador a medida que sube a la plaza
por el poniente.
De esa
manera se manifiesta el carácter hegemónico de hito monumental y de elemento
focal que adquiere la arquitectura parroquial en su entorno, como resultado de
uno de los decretos tridentinos que influyó formalmente en el surgimiento del barroco,
sobre todo en España y sus territorios americanos, donde se fundaron nuevas
poblaciones e innumerables templos.
Pero además
de la posición del edificio en su entorno, en la Parroquia de Guanajuato hay otro
elemento de diseño que acentúa la perspectiva vertical del edificio, ya sea
visto desde la diagonal de la plaza o de manera frontal a su fachada principal.
Esto es, si se
encuadran ortogonalmente los perfiles de la fachada principal, se observa que además
del remetimiento sucesivo que se da en los volúmenes superpuestos de las torres
al pasar al nivel superior, sus cuerpos van reduciendo la sección como en una
pirámide trunca, generando un efecto visual que le confiere mayor esbeltez a la
fachada, además de la armonía que adquiere el escorzo por las proporciones
compositivas aplicadas a su trazo.
CRITERIOS PARA LA COMPOSICIÓN ARQUITECTÓNICA
En lo referente a
la composición arquitectónica, se observa que en su trazo se siguieron ciertos patrones
regulatorios basados en las proporciones armónicas que se obtienen al aplicar al
diseño arquitectónico la llamada “sección áurea”.
La sección
áurea es una proporción concreta que aparece entre los segmentos de una recta que
se divide en su media y extrema razón, de la cual ya se hablaba desde el
antiguo Egipto, de donde pasó a Grecia, y de allí Roma y a todo el mundo
occidental.
En ese
marco, el trazo compositivo jugaba un papel muy importante en el rito de
fundación de la iglesia, ya que significaba la aplicación de la geometría, ciencia
“sagrada” en casi todas las culturas, para obtener las proporciones y la
armonía del objeto arquitectónico.
De esa manera,
como resultado de la aplicación de los cánones de composición y los criterios recomendados
por los tratadistas de la Arquitectura, la fábrica de la Parroquia entre 1671 y
1696 debió de abarcar la nave, el transepto, el presbiterio, el ábside, la cúpula
y las bóvedas, la sacristía vieja, los cuerpos de las torres y el cementerio.
Con esos
antecedentes, al analizar geométricamente el trazo compositivo de la planta de
la iglesia también se observa el uso de la proporción áurea a partir del
cuadrado y el círculo que se generan en el centro del crucero, marcando la
posición de las pilastras y los arcos torales que soportan al tambor sobre el
que descansa la cúpula y dan origen a las pechinas.
Se sabe también
que en aquella época se había dejado un callejón por la parte de atrás del
presbiterio, con lo que quedaba la iglesia como en una isla, conforme a las
recomendaciones de Borromeo, permitiendo la comunicación entre los callejones del
Truco y de la Tenaza.
Sin
embargo, al paso del tiempo la parroquia había ido perdiendo la posesión de aquel
espacio, hasta quedar convertido en corral de las casas colindantes.
El callejón
se mantuvo ese estado hasta 1756, cuando el mayordomo de fábrica espiritual de
la iglesia, Antonio Bernardino de Nava, alcalde ordinario de la ciudad, consiguió
del Cabildo la traslación de dominio a favor de la Parroquia.
Veinte años
más tarde se decidió la construcción de la nueva sacristía en aquel espacio que
había ocupado el callejón, siendo curas Juan de Dios Fernández de Souza y Juan
José Bonilla, a expensas en su mayor parte de la fábrica espiritual, a cargo
del mayordomo Miguel de la Rivera Llorente, contratando para ello al arquitecto
Felipe de Ureña.
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