Un gran creador musical en espera de ser reconocido
Salvador Contreras es uno de esos casos en los que la falta de información sobre su obra y un aislamiento provocado por el propio compositor se confabularon para dejar en las sombras la obra de quien en sus inicios fue considerado una de las más sólidas promesas del arte musical mexicano, junto con Blas Galindo, José Pablo Moncayo y Daniel Ayala, con quienes formó el llamado Grupo de los Cuatro.
Su vida transcurrió entre la composición y la docencia, entre su puesto de atrilista de orquesta y una lucha constante por dar rienda suelta a su vocación creadora…
SU ORIGEN Y LA FAMILIA
José Avelino Salvador Contreras Sánchez nació en Cuerámaro, Gto., el 10 de noviembre de 1910; aunque, por razones desconocidas, el mismo Contreras en muchas ocasiones afirmó que había sido en 1912. Murió en la ciudad de México el 7 de noviembre de 1982, apenas tres días antes de cumplir los 72 años. Fueron sus padres José Contreras y Nemoria Sánchez. Salvador fue el mayor de 11 hermanos.
Hasta ahora quedan sin resolver muchas dudas sobre los motivos que llevaron a la familia Contreras Sánchez a Cuerámaro, y el tiempo que estuvieron radicando en este pueblo, al que, también por razones desconocidas, ya no regresaron. Lo cierto es que al menos su hermano Eduardo, segundo de la familia, también nació en Cuerámaro.
Eduardo Contreras Sánchez nació el 6 de diciembre de 1914 y murió en la ciudad de México el 28 de octubre de 1986. Destacado Maestro en ingeniería mecánica, eléctrica y mineral (1941) por el Instituto Politécnico Nacional, y en ciencias histórico-geográficas (1958) por el Instituto Nacional de Antropología e Historia. Participó en la exploración y reconstrucción de monumentos prehispánicos en Palenque, Cholula, Ixtlán del Río, Acozac, Malinalco y en el Proyecto Templo Mayor, en la ciudad de México. Fue director de las exploraciones en La Venta. Es autor de diversos artículos y obras sobre los trabajos realizados en las exploraciones arqueológicas mencionadas.
Hacia 1916, la familia Contreras ya se encontraba radicando en la ciudad de México, en situaciones precarias. El propio Salvador, en sus Memorias, escribe: Nuestra economía había venido a menos y por 1917 la vida era de necesidades mal satisfechas. Eduardo y yo asistíamos a la escuela casi sin calzado y yo me percataba de las carencias de toda la familia, a la vez que observaba las angustias y sufrimientos de mi madre.
SU EDUCACIÓN MUSICAL
Salvador se inició en la música hacia 1921, estudiando piano y violín. Entre 1926 y 1930 tocó en carpas, entre ellas una llamada “La Mariposa”.
Ingresó al Conservatorio Nacional de Música, y fue discípulo de Candelario Huízar, Silvestre Revueltas y de Carlos Chávez.
En diciembre de 1928 Carlos Chávez ocupó la dirección del Conservatorio, y fundó la cátedra de Creación Musical que él mismo tomó a su cargo. Para asistir a esta cátedra, el maestro seleccionó, entre otros, a Daniel Ayala, José Pablo Moncayo, Blas Galindo y Salvador Contreras. Éste sería un grupo representativo del nacionalismo musical de México.
La presentación pública de Contreras, como compositor, fue en octubre de 1933, con la obra Scherzo y Final, a cargo de la Orquesta del Conservatorio bajo la dirección de Silvestre Revueltas.
EL GRUPO DE LOS CUATRO
Después de la salida de Carlos Chávez del Conservatorio, los discípulos sólo pudieron reunirse con su maestro en forma privada. En tales condiciones, Salvador Contreras convocó a sus condicípulos —Moncayo, Galindo y Ayala— a trabajar juntos, para presentar y difundir sus obras.
El primer concierto que ofrecieron juntos se realizó en el Teatro Orientación, de la Secretaría de Educación Pública (SEP), el 25 de noviembre de 1935. A partir de este acto, la prensa les dio el mote del Grupo de los Cuatro.
Ese concierto marcaría un hito en la vida musical de México por la aparición de un grupo de compositores que surgían como seguidores de una tendencia nacionalista, cuyo auge se dio entre 1930 y 1960.
El Grupo de los Cuatro organizó varios conciertos en los que se presentaban sus obras, la mayoría de las veces con gran éxito. El último concierto del Grupo se presentó el 24 de noviembre de 1940, en el Palacio de Bellas Artes.
El Grupo de los Cuatro cumplió un papel importantísimo en la vida musical mexicana, en la medida en que se constituye en la bisagra que enlaza la etapa del primer nacionalismo que viene de Manuel M. Ponce hacia adelante y propicia inevitablemente la ruptura de los compositores de la etapa de los 60, que se orienta hacia nuevas formas musicales, nuevos lenguajes y una concepción distinta del ejercicio composicional.
A grandes rasgos, su vida profesional no fue otra cosa que una absoluta dedicación a la música. Produjo una obra amplia y sólida, íntima y emotiva, profundamente nacional, con un enorme margen de posibilidades expresivas que van desde los cantos simples a la grandilocuencia orquestal. Al igual que sus compañeros del Grupo de los Cuatro, representa el agotamiento de las tendencias nacionalistas en la música mexicana.
Salvador Contreras escribió preferentemente para orquesta, aunque abordó la música de cámara y compuso para instrumentos solistas (piano y guitarra). La voz tuvo un tratamiento parco, pero lleno de aciertos. Fue sobre todo un compositor de música instrumental, dominado por la idea de considerar la música como un arte autónomo e independiente de cualquier otro medio de expresión.
Su estilo musical reveló una fuerte influencia del neoclasicismo stravinskiano y de las sonoridades revueltianas, así como rasgos de corte impresionista, características que se mantuvieron en gran parte de sus obras.
Entre sus obras, destacan Scherzo y Final (1933), Sonata par violín y violoncello (1933), Cuarteto de cuerdas (1935), Cuarteto de cuerdas No. 2 (1936), Tres poemas (1936) con letra de Daniel Castañeda, Corridos para coro y orquesta (1941); los ballets Provincianas (1947) basado en un poema de Ramón López Velarde, Danza y La paloma (1951), La pingüica (1959) y El ángel (1960); Cuatro canciones (1959) con textos de Daniel Castañeda y Juan Manuel Ruiz, Tres movimientos para guitarra (1963), Danza negra (1966), Dos piezas dodecofónicas (1966), Cantata a Juárez (1967) para narrador, coro y orquesta, Siete preludios para piano (1977).
En 1982 se hallaba componiendo su 4ª Sinfonía y un Homenaje a Diego Rivera, para orquesta y narrador, sobre textos de su hermano Guillermo Contreras. Tras una penosa y larga enfermedad, tres días antes de su cumpleaños, el 7 de noviembre de 1982, lo sorprende la muerte, dejando inconclusas estas dos obras.
Salvador Contreras sigue siendo un compositor cuya producción permanece mayoritariamente archivada; un creador que espera, como muchos, el paso del tiempo y de la historia para que su música sea debidamente valorada.
El año próximo se cumple el primer centenario de su nacimiento, sería el mejor momento para dar a este compositor cueramarense el sitio que se merece en la historia y la cultura de nuestro país.
Fuentes:
Tello, Aurelio, Salvador Contreras. Vida y obra, Colección de Estudios Musicológicos. México: SEP-INBA, 1987.
Contreras, Isabel (Productora), Salvador Contreras. Música de Cámara, Disco de la Serie Siglo XX. México: CONACULTA, FONCA-INBA, 1986.