Antecedentes
A lo largo de trescientos, el territorio septentrional americano fue motivo de
diversas divisiones políticas, judiciales, administrativas, fiscales, militares
y eclesiásticas que configuraron lacompleja geografía que sirvió de escenario a la Guerra de
Independencia novohispana a principios del siglo XIX.
En diciembre de 1786, de acuerdo con la Real ordenanza para el establecimiento e
instrucción de intendentes de exército y provincia en el Reino de la Nueva
España, dictada por Carlos III, se
estableció en la Nueva España el sistema administrativo de Intendencias. La
división se hizo a partir de las unidades territoriales que formaban las
antiguas provincias, tomando el nombre de la ciudad señalada como capital de la
respectiva Intendencia. De esa manera se constituyeron las intendencias de
México, Santa Fe de Guanajuato, Valladolid, Guadalajara, Puebla de los Ángeles,
Veracruz, Mérida de Yucatán, Antequera de Oaxaca, San Luis Potosí, Zacatecas,
Durango y Arizpe. Junto con esas entidades, también se establecieron las
Provincias Internas de Oriente, las Provincias Internas de Occidente, así como
los gobiernos de Tlaxcala, Vieja California y Nueva California.
Más tarde, la
Constitución gaditana de 1812 estableció que
la América septentrional quedaba comprendida por la Nueva España, la Nueva Galicia y la
península de Yucatán, así como las Provincias Internas de Oriente y las Provincias
Internas de Occidente. Se retomaba la antigua división y se
conservaba la figura de provincias,
aunque sin definir cuáles eran éstas. Se hacía caso omiso del sistema de
intendencias y se consignaba que “posteriormente” se elaboraría una división
más adecuada mediante una ley constitucional, cuando la situación política lo
permitiera, cosa que no sucedió.
En lo
eclesiástico, la organización estaba constituida por el arzobispado de México y
ocho obispados o diócesis: Durango, Guadalajara, Monterrey, Oaxaca, Puebla,
Sonora y Valladolid.
DIBUJOS Y MAPAS REGIONALES
Adicionalmente a las descripciones
textuales sobre la geografía y el paisaje del Bajío, que se encuentran en diversos informes y realaciones de la época de la Resistencia insurgente, existen otras fuentes gráficas, dibujos y mapas
regionales, que servían para informar al virrey y a las autoridades
peninsulares sobre aspectos administrativos y militares de la Nueva España.
En este estudio preliminar para una cartografía de la resistencia insurgente en el Bajío, presentaremos diferentes planos y dibujos relativos a ese tema.
Mapa de la provincia de Guanajuato por los cuatro rumbos
Uno de los documentos mencionados es el denominado Mapa que
manifiesta la provincia de Guanajuato por los cuatro rumbos, fechado el 1 de
diciembre de 1816 en la Ciudad de México, que actualmente se conserva en la Colección de Ruiz de Apodaca
de la Real Academia de Historia, en Madrid, España.
Mapa de la provincia de Guanajuato por los cuatro rumbos.1816. (RAHE) |
Este mapa fue realizado
para dar a conocer al recién llegado virrey la extensión territorial y la
situación administrativa de la provincia de Guanajuato. Con tal fin, en la
parte izquierda del plano se incluye una descripción de los aspectos históricos
y administrativos más relevantes.
El dibujo de este mapa fue
realizado artísticamente a colores, incluyendo una alegoría realativa a la
minería, en la que destacan el perfil del cerro de la Bufa, unas espigas de
trigo, algunas herramientas del oficio de la minería, cuatro talegas con
monedas de plata —una de las talegas, rota, desparrama su contenido en señal de
abundancia— y un cartel sostenido por un palo que emerge de un hoyo con el
título del plano: Mapa que manifiesta la Provincia de Guanaxuato por los
quatro Rumbos, año de 1816. Al lado derecho figura un medallón coronado y
enmarcado por nubes, con la imagen de la Santa
Fe —una “efigie de una santa con hábito monjil portando una cruz y un
ostensorio”, la describe Carmen Manso[1]—
como se representaba en el escudo de la ciudad de Real de Minas de Santa Fe de
Guanajuato, y que actualmente se conserva en el escudo del Estado.
El plano representa de manera
esquemática la extensión territorial de la provincia de Guanajuato —muy similar
a la que comprende actualmente la entidad federativa del mismo nombre—,
indicando las fronteras con la provincia de San Luis Potosí al norte, la de
Valladolid al sur, la de México al oriente y la de Guadalajara al occidente. En
rojo se marca una doble linea que señala el camino entre Querétaro y
Guanajuato, pasando por Apaseo, Celaya, Guage (Villagrán), Salamanca, Irapuato
(señalado en el plano con las siglas ql.
gl., que significa cuartel general), Calera, la hacienda de Burras, la
hacienda de Cuevas y Marfil.
En lo que se refiere a la
hidrografía, en el dibujo se señala con una linea azul ondulada el Río Grande
de Santiago, el Laja (sin identificarlo), el Turbio, el de Guanajuato, el de
Querétaro y el de Silao, así como los arroyos Hondo y del Fraile. En la parte
sur, dentro de la demarcación de la Provincia de Guanajuato, se marcan en azul
los cuerpos de agua de la laguna de Yurapundaro (sic pro Yuririapúndaro) y la Alberca, en Valle de Santiago.
En el espacio representado en el
dibujo destaca la orografía de la sierra de Guanajuato, la sierra de Santa
Catarina, el cerro de La Giganta, el cerro Culiacán. Igualmente, aunque sin sin
nombrarlas, se señalan la sierra Gorda, al noreste de Guanajuato; la de
Pénjamo, al suroeste, y la de los Agustinos, al sureste, en Acámbaro.
Refiriéndose a este mapa, José Luis
Lara Valdés sugiere que “el plano pudiera haber sido realizado con la consigna
de ubicar de manera cartográfica los acontecimientos de 1810 a la fecha del
documento […] Ello implica —dice— que se trata del mapa para tener a la vista
el escenario de la insurgencia y los orígenes de la lucha armada como sucedió
en 1810”.[2]
Sin embargo, después de haber leido detenidamente el texto explicativo del
plano, se puede observar que no hay ninguna alusión directa ni indirecta a
aspectos militares ni de otro tipo que pudieran relacionarse con los
acontecimientos de 1810 y la insurgencia, sino que más bien está enfocado a
cuestiones meramente administrativas y de recaudación fiscal; por tanto, en mi
opinión, se puede asegurar que sus fines no eran en modo alguno militares, sino
administrativos y fiscales.
[1] Carmen Manso Porto. Cartografía
histórica de América. Catálogo de Manuscritos (siglos XVIII-XIX). Madrid:
Real Academia de la Historia, 1997, p. 51.
[2] José Luis Lara Valdés. Cartografía
histórica de Guanajuato en tiempos de la Guerra de Independencia. Contexto
documental, 2010, p. 107.
(Agradezco al doctor Lara Valdés la oportunidad de leer el documento antes de
su publicación.)
excelente aportacion
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