Este es el quinto artículo de la serie publicada en el periódico Correo, de Guanajuato en la columna que denominé Algo sobre Cuerámaro. Este artículo surgió a partir de una plática con un joven cueramarense que sostenía que Cuerámaro debía ser reconocido como un pueblo mágico, porque por sus mitos y leyendas lo es.
Galera Vieja. Una de las construcciones de la hacienda de Cuerámaro, la que más ha atraído a los buscadores de tesoros, y alrededor de la cual se han armado leyendas. |
En todas las culturas, cuando el Hombre busca encontrarse con un pasado desconocido, la imaginación inventa historias para recrearlo. De esa manera, los mitos y leyendas, como puentes entre la razón y la intuición, dan vida a dioses, héroes y villanos; inventa sucesos y seres maravillosos, mágicos o tenebrosos, que a través del tiempo se vuelven tradiciones que van llenando en la memoria colectiva los espacios vacíos de casas viejas, caminos y calles.
Cuerámaro no es la excepción.
Esta insignificante partícula del planeta acaba de cumplir
150 años de su nacimiento como congregación. Un suspiro en el tiempo, un instante que apenas abarca algunas generaciones de los cueramarenses. En ese breve lapso, a través de esas generaciones de sus habitantes, se han generado tradiciones, mitos y leyendas
locales, pero también se han importado, adoptado y adaptado otras que al paso del tiempo se han arraigado y la
memoria cultural ha preservado como propias.
¿Cuerámaro puede ser considerado un pueblo mágico?
Lo que es ahora la ciudad de Cuerámaro surgió como hacienda agrícola en el siglo XVI y se
conservó como tal por más de 300 años. Durante ese tiempo, sus sucesivos dueños realizaron la
construcción de la casa de la hacienda y la capilla, las trojes, los molinos, las galeras,
la presa, el acueducto y la acequia.
Acueducto del Molino. (Imagen tomada de Internet) |
En aquella época se ubica el
origen de la leyenda de “la llorona” y la de “los niños emparedados”, ambas historias
heredadas y aún presentes en gran parte del país, aunque con variantes locales o regionales.
Durante los primeros años de su vida urbana, a partir del último tercio del siglo
XIX, surgen en el incipiente pueblo de Cuerámaro diversas leyendas locales sobre apariciones y tesoros
de los padres camilos, propietarios de la hacienda durante la última centuria
de aquella época.
Además de ésas historias, y sin poder precisar una época
específica para su origen, comenzaron a circular entre los cueramarenses otros mitos y leyendas como
las de “El caballito de San Gregorio”, “Los brujos de Tupátaro”, “El cerrito de
San Miguel” y la de “El gallo del diablo” que se le apareció a Néstor Martínez, velador del pueblo durante muchos años, para llevarlo al cementerio en las
afueras del pueblo, y que, según aseguraba el aludido, se convirtió en una exuberante mujer que lo incitaba a seguirla.
Actualmente abundan en Cuerámaro relatos modernos sobre apariciones
de fantasmas, de santos y demonios, de animales y de bellas mujeres; algunos con mucha
imaginación y poesía, otros demasiado ingenuos, o burdos y prosaicos. Muchos son adopciones
o interpretaciones de historias antiguas y de cuentos escuchados o leídos en algún lado.
¿Pero quién no ha inventado alguna historia —mientras más inverosímil mejor—
para impresionar a los amigos?
La mitología y las leyendas, sin duda, son manifestaciones
poéticas de la cultura, pero el hecho de inventar leyendas y mitos no dan la característica de “mágico”
a ningún pueblo.
Una reciente tradición: el Festival de las Catrinas. (Imagen tomada de Internet) |
Un Pueblo Mágico es una localidad que ha estado siempre en el
imaginario colectivo, que tiene antigüedad, tradiciones y atributos simbólicos,
leyendas, historia, hechos trascendentes, arquitectura e identidad urbana, cotidianidad y sobre todo magia que emana en cada una de sus calles y rincones y en las manifestaciones socio-culturales preservadas por su gente, y que todo en conjunto lo hacen único.
Cuerámaro es apenas un "niño de 150 años de edad", que busca a toda costa una identidad porque no cuenta con aquellos atributos que trascienden al tiempo.
Pero la magia de Cuerámaro no está en sus calles
ni en sus construcciones eclécticas, ni en las leyendas modernas, ni en las tradiciones importadas o inventadas, envejecidas apenas con una pátina superficial que simula el paso de los años no cumplidos: la magia de Cuerámaro está en la imaginación, en la añoranza y en el cariño
de su gente.
Una vieja tradición: Las calles compuestas. (Imagen tomada de Internet) |
Una vieja tradición: "Los toros en Tupátaro". (Imagen tomada de Internet) |
[Artículo publicado el 21 de enero de 2010 en el periódico Correo, Guanajuato, bajo el título de “Mitos y leyendas” de Horacio Olmedo Canchola (c)]
Quizá no lo es ahora, pero algún día seguro lo será.
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