SEMBLANZA CURRICULAR

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Nació en Cuerámaro, Guanajuato. Es DOCTOR EN ARQUITECTURA (2009), Maestro en Arquitectura (2000) y Arquitecto (1976), por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Miembro de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística; profesor de asignatura en Posgrado en Arquitectura (FA UNAM), coordinador y ponente de diplomados en la DECAD FA UNAM, profesor titular en la Universidad Marista campus Ciudad de México, profesor invitado de posgrado por la Universidad de San Carlos de Guatemala (USAC), conferencista, aficionado a la pintura, la música, la historia y la literatura; viajero empedernido, autor de la monografía histórica "Cuerámaro... desde los muros de una hacienda" publicada en la edición especial de la Colección Bicentenario (2010), Gobierno del Estado de Guanajuato. Socio activo de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, y fundador y presidente de la SMGE Correspondiente en el Bajío de Guanajuato. Actualmente es Director de Integración de Planeación, Proyectos y Presupuesto, de la Dirección General de Obras y Conservación de la UNAM.

martes, 30 de enero de 2018

(1/3) CARTOGRAFÍA DEL FUERTE DE LOS REMEDIOS DURANTE LA GUERRA DE INDEPENDENCIA

(VER Semblanza de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística)

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Recomendación: para apreciar mejor las imágenes de click en cada una de ellas.



Trabajo recepcional que presentó HORACIO OLMEDO CANCHOLA para su ingreso como Socio Activo de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística en Sesión Solemne de 15 de enero de 2018, 12.30 horas, en la Ciudad de México.

PRIMERA PARTE

 

Maestro Julio Zamora Bátiz, Presidente de la Junta Directiva Nacional de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística;
Señor licenciado Óscar González Azuela, Secretario de la Academia de Historia;
Señor licenciado Alejandro Butanda Martínez, Secretario Técnico de esta casi bicentenaria institución científica y cultural.
Distinguida concurrencia:
Los pensamientos que vienen a mi mente al pisar este histórico recinto se mezclan con emociones y recuerdos de mi infancia, y me llenan de un indescriptible orgullo y agradecimiento que con devoción elevo hasta la memoria de mi madre, Doña Maura Canchola Ayala, y de mi abuelo, Don José Vicente Canchola Cortés.
De ellos abrevé en el pequeño pueblo de Cuerámaro, Guanajuato, el gusto por el saber y el conocimiento, por el arte y por la historia, así como el afán de servir a la sociedad, desde distintas trincheras.
En este momento, los sueños del niño y las ilusiones del hombre se ven plenamente colmados al verme en este lugar que han pisado héroes, sabios y grandes hombres forjadores de la historia de nuestra Patria y de esta ilustre y benemérita Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, a la que inmerecidamente he sido postulado para integrarme como Socio Activo.
El estar aquí es motivo de un enorme orgullo; pero más allá de ese sentimiento, ingresar a esta benemérita organización es un honor que distingue y enaltece, pero al mismo tiempo una verdadera responsabilidad y compromiso, por su significado.
Basta con recordar cuando en el Centenario de la Institución, el filósofo Agustín Aragón dijo que “la historia de la ciencia mexicana era la historia de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística”.
Era esa una analogía precisa, aunque, como señala Luz Fernanda Azuela Bernal, con fecha de caducidad, pues los cambios en la organización de las ciencias del último tercio del siglo XIX restringieron el papel de la Sociedad en el devenir de la actividad científica. Pero su presencia nunca ha sido superflua.[1] 
Por todo lo anterior, antes de comenzar la exposición del trabajo recepcional, quiero expresar mi profundo agradecimiento y respeto al maestro Julio Zamora Bátiz y al licenciado Óscar González Azuela por la deferencia que han hecho para que se diera este momento, así como a las comisiones correspondientes, que tuvieron a bien aprobar mi ingreso en esta ilustre organización.
El tema de mi ponencia coincide con la conmemoración del bicentenario de la defensa y caída del fuerte insurgente de Los Remedios en el marco de la Guerra de Independencia, específicamente durante el periodo de resistencia en El Bajío, entre 1815 y 1818; por tanto, con el fin de reconocer el significado de ese hecho tan soslayado en la historia de la Guerra de Independencia, con el permiso de ustedes, comenzaré la presentación de este trabajo titulado Cartografía del fuerte de Los Remedios durante la Guerra de Independencia.
El fuerte de Los Remedios, fue uno de los reductos insurgentes más importantes de la Resistencia en El Bajío.
El mariscal realista Pascual de Liñán, en su parte al virrey sobre la toma del fuerte —al que, dice, los insurgentes han apellidado por más de dos años el de la Independencia mexicana— lo califica como “el punto de apoyo más formidable de cuantos habían construido [los insurgentes] desde el principio de la insurrección”, y admira su fortaleza porque estaba “construida con mucha solidez, la de más extensión, la más abundante en provisiones […], y en fin la más imponente en todos sentidos de cuantas han defendido en este reino los rebeldes”.
Actualmente, sin embargo, la gesta de Los Remedios, opacada por la epopeya de El Sombrero y el protagonismo heroico de Mina y Pedro Moreno, apenas se percibe como un hito desvanecido de la Guerra de Independencia.
De esa manera, al cabo de doscientos años, más que por su propio significado, ­se le conoce porque frente a sus muros fue fusilado Xavier Mina, en el cerro del Bellaco, donde estuvo el cuartel general de Pascual de Liñán durante el prolongado sitio de cuatro meses que sufrió la fortaleza a finales de 1817.
Pero por desconocimiento o desinterés, hasta ese punto ha sido confundido.
En ese marco, después de 200 años, es este el momento de reconocer el significado de aquella gesta heroica y los méritos de los más de mil defensores y mártires del fuerte de Los Remedios.
En lo personal, para predicar con el ejemplo, desde hace tiempo me di a la tarea de realizar el estudio de diversas fuentes primarias que me permitieran definir la reconstrucción cartográfica del fuerte de Los Remedios en el marco geográfico de los hechos, cuyos resultados presento enseguida.
Comencemos por ubicar regionalmente la fortaleza de Los Remedios.
En julio de 1817, el virrey Juan Ruiz de Apodaca otorgó al mariscal Pascual de Liñán el mando general de las tropas que habrían de operar en la Provincia de Guanajuato, para acabar definitivamente a los insurgentes de El Bajío y, con ellos al navarro Xavier Mina y su división formada en su mayoría por oficiales extranjeros: españoles, italianos, franceses, ingleses y norteamericanos.
En ese contexto, el mariscal José de la Cruz, comandante general del reino de Nueva Galicia, ordenó realizar una carta del territorio donde habría de hacerse la guerra contra los insurgentes, la que hizo llegar a Liñán para que tuviera una idea del país y el terreno que habría de ocupar.
Con tal fin, en un escrito reservado de 23 de julio de 1817, le dice:

Considero a vuestra merced sin carta alguna para dirigir las operaciones, y tomar una idea en grande de este País; remitiré al comandante militar de Lagos una que comprende la mayor parte de las Provincias donde hemos de hacer la guerra, la que se acaba de formar. Ella no está completamente exacta, pero servirá a vuestra merced en algo.[2] 

Más tarde se hizo otro plano en el que se destaca la localización de los fuertes del Sombrero, Los Remedios y Jaujilla, que representaban el objetivo inmediato de los realistas.
Ahora bien, transponiendo los lugares señalados en el dibujo a una imagen digital de la región comprendida en el plano, podremos entenderlo de mejor manera:
 
Entre los fuertes de El Sombrero y Los Remedios se extendía la planicie de El Bajío, desde León hasta donde la sierra de Pénjamo comienza a subir al poniente por el cerro de San Gregorio, para integrarse a los Altos de Jalisco.
 Fue en ese contexto donde el presbítero José Antonio Torres estableció a mediados de 1815, el fuerte de Los Remedios, frente a la hacienda de San Gregorio, ocupando alturas que van de 1,900 a 2,450 metros sobre el nivel del mar.
Por el lado sur del polígono que ocupó el fuerte de Los Remedios, una milenaria y profunda barranca abre el cauce del arroyo del Sauz, que desemboca hacia el noreste, por La Garita, en la planicie donde comienza El Bajío.
Desde ese punto, el paisaje deja atrás el bosque de robles, y se vuelve plano, apenas perfilado a ras de suelo por matorrales, huizaches, mezquites y nopaleras.
Desde allí, viendo desde la planicie de San Gregorio hacia las alturas por la herida que forma la barranca del Sauz entre los cerros, se dibuja a media altura la cueva del padre Torres, y al contrario, mirando desde la cueva hacia la planicie, se domina todo el valle hasta Irapuato, donde estuvo el cuartel general de Iturbide, situación que fue aprovechada por el padre Torres para la seguridad del fuerte.

En la actualidad, viendo el esplendoroso paisaje de los cerros donde comienza la sierra de Pénjamo, resulta difícil imaginar las características y extensión del fuerte de Los Remedios, y menos ubicar las posiciones que ocuparon los cuerpos de las divisiones realistas durante el prolongado sitio.
A través de esa bruma de ingratitud y olvido que ha difuminado el significado histórico de la gesta de Los Remedios, cronistas e historiadores, lugareños y forasteros, generalizando, simplemente llaman “cerro del fuerte” a todo ese hermoso conjunto orográfico, sin precisar más allá del nombre y de la localización de la cueva del padre Torres.
Para determinar y recrear conceptualmente los escenarios de los acontecimientos, ha sido indispensable recurrir a fuentes primarias como los informes de Pascual de Liñán y de sus comandantes, así como diversas declaraciones de los prisioneros tomados durante la caída del fuerte.
También fue necesario recurrir a los planos y dibujos que levantaron oficiales realistas antes, durante y después del sitio, los cuales afortunadamente se conservan bajo el resguardo de diferentes instituciones nacionales y extranjeras, especialmente en la Real Academia de Historia de España, la Biblioteca del Congreso en Washington, y el Archivo General de la Nación, de México. 
A partir de dichas fuentes, finalmente he podido recrear la poligonal de la fortaleza en el contexto de la sierra de Pénjamo, reconociendo sus principales hitos para ubicarla con precisión.


(CONTINÚA)


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El contenido e imágenes de esta publicación están protegidas por el Derecho de Autor. Se prohíbe su copia, publicación o difusión por cualquier medio, sin la autorización expresa de su autor, Horacio Olmedo Canchola.



[1] L. F. Azuela Bernal, Investigaciones Geográficas, Boletín del Instituto de Geografía, UNAM, Núm. 52, 2003, pp. 153-166: “La Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, la organización de la ciencia, la institucionalización de la Geografía y la construcción del país en el siglo XIX”, http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0188-46112003000300010 Fecha de recuperación: 11 de enero de 2018.

[2] M. B. Cava Mesa, México: entre la lealtad y la Independencia. Correspondencia reservada de los mariscales José de la Cruz y Pascual de Liñán (1816-1821), Morelia: UMSNH, 2017, p. 81.

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