(VER Semblanza de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística)
IR A LA SEGUNDA PARTE DE LA CONFERENCIA
Recomendación: para apreciar mejor las imágenes de click en cada una de ellas.
IR A LA SEGUNDA PARTE DE LA CONFERENCIA
Recomendación: para apreciar mejor las imágenes de click en cada una de ellas.
Trabajo recepcional que presentó HORACIO OLMEDO CANCHOLA para su ingreso como Socio Activo de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística en Sesión Solemne de 15 de enero de 2018, 12.30 horas, en la Ciudad de México.
PRIMERA PARTE
Maestro Julio Zamora Bátiz, Presidente de la Junta Directiva Nacional de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística;
Señor licenciado Óscar
González Azuela, Secretario de la Academia de Historia;
Señor licenciado Alejandro
Butanda Martínez, Secretario Técnico de esta casi bicentenaria institución
científica y cultural.
Distinguida concurrencia:
Los pensamientos que vienen a mi mente al pisar este
histórico recinto se mezclan con emociones y recuerdos de mi infancia, y me
llenan de un indescriptible orgullo y agradecimiento que con devoción elevo
hasta la memoria de mi madre, Doña Maura Canchola Ayala, y de mi abuelo, Don
José Vicente Canchola Cortés.
De ellos abrevé en el pequeño pueblo de Cuerámaro,
Guanajuato, el gusto por el saber y el conocimiento, por el arte y por la
historia, así como el afán de servir a la sociedad, desde distintas trincheras.
En este momento, los sueños del niño y las ilusiones del
hombre se ven plenamente colmados al verme en este lugar que han pisado héroes,
sabios y grandes hombres forjadores de la historia de nuestra Patria y de esta
ilustre y benemérita Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, a la que inmerecidamente
he sido postulado para integrarme como Socio Activo.
El estar aquí es motivo de un enorme orgullo; pero más allá
de ese sentimiento, ingresar a esta benemérita organización es un honor que distingue
y enaltece, pero al mismo tiempo una verdadera responsabilidad y compromiso,
por su significado.
Basta con recordar cuando en el Centenario de la Institución,
el filósofo Agustín Aragón dijo que “la historia de la ciencia mexicana era la
historia de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística”.
Era esa una analogía precisa, aunque, como señala Luz
Fernanda Azuela Bernal, con fecha de caducidad, pues los cambios en la
organización de las ciencias del último tercio del siglo XIX restringieron el
papel de la Sociedad en el devenir de la actividad científica. Pero su
presencia nunca ha sido superflua.[1]
Por todo lo anterior, antes de comenzar la exposición del
trabajo recepcional, quiero expresar mi profundo agradecimiento y respeto al
maestro Julio Zamora Bátiz y al licenciado Óscar González Azuela por la
deferencia que han hecho para que se diera este momento, así como a las
comisiones correspondientes, que tuvieron a bien aprobar mi ingreso en esta ilustre
organización.
El tema de mi ponencia coincide con la conmemoración del
bicentenario de la defensa y caída del fuerte insurgente de Los Remedios en el
marco de la Guerra de Independencia, específicamente durante el periodo de
resistencia en El Bajío, entre 1815 y 1818; por tanto, con el fin de reconocer
el significado de ese hecho tan soslayado en la historia de la Guerra de
Independencia, con el permiso de ustedes, comenzaré la presentación de este
trabajo titulado Cartografía del fuerte de Los Remedios durante la Guerra de
Independencia.
El fuerte de Los Remedios, fue uno de los reductos
insurgentes más importantes de la Resistencia en El Bajío.
El mariscal realista Pascual de Liñán, en su parte al virrey
sobre la toma del fuerte —al que, dice, los insurgentes han apellidado por más
de dos años el de la Independencia mexicana— lo califica como “el punto de
apoyo más formidable de cuantos habían construido [los insurgentes] desde el
principio de la insurrección”, y admira su fortaleza porque estaba “construida
con mucha solidez, la de más extensión, la más abundante en provisiones […], y
en fin la más imponente en todos sentidos de cuantas han defendido en este
reino los rebeldes”.
Actualmente, sin embargo, la gesta de Los Remedios, opacada
por la epopeya de El Sombrero y el protagonismo heroico de Mina y Pedro Moreno,
apenas se percibe como un hito desvanecido de la Guerra de Independencia.
De esa manera, al cabo de doscientos años, más que por su propio
significado, se le conoce porque frente a sus muros fue fusilado Xavier Mina,
en el cerro del Bellaco, donde estuvo el cuartel general de Pascual de Liñán
durante el prolongado sitio de cuatro meses que sufrió la fortaleza a finales
de 1817.
Pero por desconocimiento o desinterés, hasta ese punto ha
sido confundido.
En ese marco, después de 200 años, es este el momento de
reconocer el significado de aquella gesta heroica y los méritos de los más de
mil defensores y mártires del fuerte de Los Remedios.
En lo personal, para predicar con el ejemplo, desde hace
tiempo me di a la tarea de realizar el estudio de diversas fuentes primarias que
me permitieran definir la reconstrucción cartográfica del fuerte de Los
Remedios en el marco geográfico de los hechos, cuyos resultados presento
enseguida.
Comencemos por ubicar regionalmente la fortaleza de Los
Remedios.
En julio de 1817, el virrey Juan Ruiz de Apodaca otorgó al
mariscal Pascual de Liñán el mando general de las tropas que habrían de operar
en la Provincia de Guanajuato, para acabar definitivamente a los insurgentes de
El Bajío y, con ellos al navarro Xavier Mina y su división formada en su
mayoría por oficiales extranjeros: españoles, italianos, franceses, ingleses y
norteamericanos.
En ese contexto, el mariscal José de la Cruz, comandante
general del reino de Nueva Galicia, ordenó realizar una carta del territorio
donde habría de hacerse la guerra contra los insurgentes, la que hizo llegar a
Liñán para que tuviera una idea del país y el terreno que habría de ocupar.
Con tal fin, en un escrito reservado de 23 de julio de 1817,
le dice:
Considero a vuestra merced sin carta alguna para dirigir las operaciones, y tomar una idea en grande de este País; remitiré al comandante militar de Lagos una que comprende la mayor parte de las Provincias donde hemos de hacer la guerra, la que se acaba de formar. Ella no está completamente exacta, pero servirá a vuestra merced en algo.[2]
Más tarde se hizo otro plano en el que se destaca la
localización de los fuertes del Sombrero, Los Remedios y Jaujilla, que
representaban el objetivo inmediato de los realistas.
Ahora bien, transponiendo los lugares señalados en el dibujo
a una imagen digital de la región comprendida en el plano, podremos entenderlo
de mejor manera:
Entre
los fuertes de El Sombrero y Los Remedios se extendía la planicie de El Bajío,
desde León hasta donde la sierra de Pénjamo comienza a subir al poniente por el
cerro de San Gregorio, para integrarse a los Altos de Jalisco.
Fue en ese contexto donde el presbítero José Antonio Torres estableció a mediados de 1815, el fuerte de Los Remedios, frente a la hacienda de San Gregorio, ocupando alturas que van de 1,900 a 2,450 metros sobre el nivel del mar.
Fue en ese contexto donde el presbítero José Antonio Torres estableció a mediados de 1815, el fuerte de Los Remedios, frente a la hacienda de San Gregorio, ocupando alturas que van de 1,900 a 2,450 metros sobre el nivel del mar.
Por el lado sur del polígono que ocupó el fuerte de Los
Remedios, una milenaria y profunda barranca abre el cauce del arroyo del Sauz,
que desemboca hacia el noreste, por La Garita, en la planicie donde comienza El
Bajío.
Desde ese punto, el paisaje deja atrás el bosque de robles,
y se vuelve plano, apenas perfilado a ras de suelo por matorrales, huizaches,
mezquites y nopaleras.
Desde allí, viendo desde la planicie de San Gregorio hacia
las alturas por la herida que forma la barranca del Sauz entre los cerros, se
dibuja a media altura la cueva del padre Torres, y al contrario, mirando desde
la cueva hacia la planicie, se domina todo el valle hasta Irapuato, donde estuvo
el cuartel general de Iturbide, situación que fue aprovechada por el padre
Torres para la seguridad del fuerte.
En la actualidad, viendo el esplendoroso paisaje de los cerros donde comienza la sierra de Pénjamo, resulta difícil imaginar las características y extensión del fuerte de Los Remedios, y menos ubicar las posiciones que ocuparon los cuerpos de las divisiones realistas durante el prolongado sitio.
A través de esa bruma de ingratitud y olvido que ha
difuminado el significado histórico de la gesta de Los Remedios, cronistas e
historiadores, lugareños y forasteros, generalizando, simplemente llaman “cerro
del fuerte” a todo ese hermoso conjunto orográfico, sin precisar más allá del
nombre y de la localización de la cueva del padre Torres.
Para determinar y recrear conceptualmente los escenarios de
los acontecimientos, ha sido indispensable recurrir a fuentes primarias como los
informes de Pascual de Liñán y de sus comandantes, así como diversas
declaraciones de los prisioneros tomados durante la caída del fuerte.
También fue necesario recurrir a los planos y dibujos que
levantaron oficiales realistas antes, durante y después del sitio, los cuales afortunadamente
se conservan bajo el resguardo de diferentes instituciones nacionales y
extranjeras, especialmente en la Real Academia de Historia de España, la
Biblioteca del Congreso en Washington, y el Archivo General de la Nación, de
México.
A
partir de dichas fuentes, finalmente he podido recrear la poligonal de la
fortaleza en el contexto de la sierra de Pénjamo, reconociendo sus principales
hitos para ubicarla con precisión.
(CONTINÚA)
IR A LA SEGUNDA PARTE DE LA CONFERENCIA
IR A LA SEGUNDA PARTE DE LA CONFERENCIA
El
contenido e imágenes de esta publicación están protegidas por el
Derecho de Autor. Se prohíbe su copia, publicación o difusión por
cualquier medio, sin la autorización expresa de su autor, Horacio Olmedo Canchola.
[1]
L. F. Azuela Bernal, Investigaciones Geográficas, Boletín del Instituto de
Geografía, UNAM, Núm. 52, 2003, pp. 153-166: “La Sociedad Mexicana de Geografía
y Estadística, la organización de la ciencia, la institucionalización de la
Geografía y la construcción del país en el siglo XIX”, http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0188-46112003000300010
Fecha de recuperación: 11 de enero de 2018.
[2]
M. B. Cava Mesa, México: entre la lealtad y la Independencia. Correspondencia
reservada de los mariscales José de la Cruz y Pascual de Liñán (1816-1821), Morelia:
UMSNH, 2017, p. 81.