Portada del primer número , mayo de 1949 |
Como otras empresas culturales y sociales que a lo largo de su vida emprendió el señor José
V. Canchola Cortés, la publicación de la revista titulada “CUERÁMARO, Guardián Forestal”, a mediados del siglo pasado, se
antojaba “un poco quijotesca”, como lo mencionó el mismo autor.
Cuando apareció la revista, el municipio de Cuerámaro tenía una población de aproximadamente
once mil habitantes, de los cuales la mitad se concentraba en la cabecera municipal.
La sociedad estaba compuesta en su mayoría por campesinos y comerciantes en pequeño para el abasto local. La educación básica de primaria se
impartía en dos planteles localizados en la cabecera municipal, uno público, la Escuela Oficial Urbana No. 1, “Benito Juárez”, y otro privado, el Colegio “Cristóbal
Colón”, atendido por las Carmelitas
Descalzas.
En lo que se refiere a los servicios básicos, el pueblo de Cuerámaro, cabecera del municipio, carecía de
todo: no había servicios de salud; el agua para el consumo doméstico se obtenía
de pozos a cielo abierto que se hacían en el patio de las casas, o de un pozo público
localizado en las afueras del pueblo, y se comercializaba repartiéndola en
cántaros de barro que se transportaban en carretas tiradas por mulas. El rastro
y la matanza de animales se hacía en un corral insalubre, y la carne en canal
se transportaba hasta los “despachos” a lomo de hombre; el mercado estaba formado por tendajones de madera, sin más servicios
que la electricidad, y se localizaban en la única plaza del pueblo. El alumbrado público lo
constituían apenas algunos focos instalados en muy pocas esquinas de las calles
del pueblo y otros que los propios vecinos instalaban en las entradas de sus
casas. No había
drenaje, las necesidades fisiológicas de la población se hacían al aire libre y
a flor de tierra en los corrales traseros de las casas, para que comieran
los cerdos o las gallinas, en el mejor de los caso (unos cuantos) se hacía en letrinas que
acumulaban permanentemente los desechos, pues no había fosas sépticas.
El transporte y la comunicación con las ciudades más cercanas, principalmente Irapuato, Pénjamo, Abasolo, Ciudad Manuel Doblado y León, se hacía por caminos de terracería, con “camiones” que para recorrer la distancia entre Cuerámaro e Irapuato, de aproximadamente 50 kilómetros, tardaban más de tres horas de camino...
El transporte y la comunicación con las ciudades más cercanas, principalmente Irapuato, Pénjamo, Abasolo, Ciudad Manuel Doblado y León, se hacía por caminos de terracería, con “camiones” que para recorrer la distancia entre Cuerámaro e Irapuato, de aproximadamente 50 kilómetros, tardaban más de tres horas de camino...
El comercio establecido, se concentraba en el primer cuadro del pueblo. En la revista Cuerámaro, Guardián Forestal se anunciaban los principales comercios, como "El Progreso" (Casa Canchola) de José V. Canchola; "La Reforma", de Leopoldo Gutiérrez; "Los Precios Bajos", de J. Encarnación (Chon) García Soto; "El Centro Comercial", de Isauro Negrete; "La Batalla", de Jesús Enríquez; "El correo de México" y el "Hotel Madarrosa", de José Gutiérrez
Anuncios de casas comerciales, que aparecieron en distintos números de la revista. |
Esa era la situación que prevalecía en el Cuerámaro 1949, cuando apareció la revista “Cuerámaro, Guardián
Forestal”, la que --pese a los buenos propósitos de su director-- no pudo
sobrevivir más de un año, y sólo aparecieron cinco números, que comenzaron
siendo mensuales y terminaron por ser trimestrales. La revista tenía un costo de 20
centavos.