Con esta entrada comienzo la difusión de varios artículos que estuve publicando por más de un año en la sección de Editoriales del periódico Correo, de Guanajuato. Anteriormente había subido a este blog las ligas para que se pudieran leer directamente los artículos, pero desafortunadamente el periódico retiró las entradas al cambiar su edición por Internet.
Para empezar, quiero ilustrar este primer artículo con la portada del primer número de la eidicón "CUERÁMARO, GUARDIAN FORESTAL", que publicó don JOSÉ VICENTE CANCHOLA CORTÉS a mediados del siglo pasado.
Sirva este esfuerzo como un homenaje a ese gran hombre que fue MI ABUELO.
Sirva este esfuerzo como un homenaje a ese gran hombre que fue MI ABUELO.
I. LOS ORÍGENES
A diferencia de otros pueblos que se fundaron por la
congregación de indígenas, por el asentamiento de españoles o como puestos de
defensa, Cuerámaro encuentra su origen
en los muros de la hacienda de San Francisco Cuerámaro. Su historia, a pesar del
indiscutible localismo, trasciende el ámbito regional y proporciona información
que permite estudiar distintas épocas del devenir histórico, político y social
de nuestra patria, específicamente en el Bajío guanajuatense.
La historia de esta insignificante partícula del universo se
divide en tres etapas: la época prehispánica, todavía bastante indefinida; lo que
durante más de 300 años fue la hacienda de Cuerámaro, y lo que desde hace
apenas 150 años ha sido Cuerámaro como núcleo urbano asentado en el casco de la
hacienda agrícola fraccionada. Pero no es suficiente la buena voluntad ni el
cariño por la “patria chica” para desvelar la “historia matria”, como la
definió Luis González y González.
No se puede inventar
una historia de Cuerámaro; porque Cuerámaro está allí y su historia se
ha ido formando con cada momento y con cada ayer que nos sucede, y cada ayer es
simplemente un momento de historia que se duerme en el lecho de los siglos,
esperando ser despertado por un curioso,
para no volver a dormir jamás. Muchos curiosos han atisbado a través de una
rendija del pasado cueramarense, aunque la mayoría simplemente ha mirado, sin ver,
y así han intentando componer una
historiografía que mucho tiene de buena voluntad, pero más de fantasía y
sentimentalismo anecdótico.
El ver es natural e inmediato; el mirar, en cambio,
es cultural, mediato, intencionado.
La información que espero seguir difundiendo en esta sección
a partir de este artículo es resultado de investigaciones que he venido realizado
durante años —siguiendo la huella de otro curioso: José V. Canchola Cortés—, para
acomodar piezas que se encontraban dispersas y escondidas en el polvo de
archivos olvidados, en documentos inéditos y en libros diversos: aquí una
fecha, por acá un nombre y más allá un dato que me llevaba a otro. Pero la
imagen completa no ha sido descubierta, ni llegará a serlo jamás, porque la
historia es dinámica, viva, y siempre faltarán las piezas que se van definiendo
con cada segundo que pasa. Ésas quedarán allí, dormidas, donde se encuentren,
para ser descubiertas más tarde por algún curioso, porque cada momento es una
pieza que algún día encajará en el rompecabezas histórico de imágenes
caleidoscópicas infinitas. Consciente de todo eso, a través de los artículos
que en adelante se publiquen en esta columna (cosa que espero), procuraré que
este importante y prestigiado medio de difusión se convierta en un grito que
despierte a los cueramarenses y a los interesados en Cuerámaro y en su gente, en
su historia y en su futuro, compartiendo con sus lectores ALGO SOBRE CUERÁMARO,
para conmemorar el 150 ANIVERSARIO DE SU NACIMIENTO COMO CONGREGACIÓN
(1859-2009), hecho que hasta ahora, por desgracia, ha sido ignorado.
[Publicado el 5 de noviembre de 2009, en el periódico
Correo, Editoriales, Guanajuato, bajo el título de “Los orígenes”, Autor: Horacio Olmedo Canchola]
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