Los delitos y crímenes más sonados del Tigre de Santa Julia
(Primera parte)
La carrera delictiva de José de Jesús Negrete Medina comenzó
con el robo al cuartel de artillería de Tacubaya, donde había servido durante cinco
años, que era “el término de su enganche”. En ese tiempo Negrete alcanzó el
grado de sargento primero, el máximo al que podía aspirar un soldado analfabeto.
Según declaraciones de Negrete, el robo al cuartel había
sido organizado por Heraclio Rodríguez, quien junto con él había obtenido
licencia para separase del ejército por tiempo indefinido. La permanencia de
ambos en el cuartel les había permitido conocer perfectamente los movimientos,
el terreno y el contenido de sus almacenes, y de esa manera llevaron a cabo un
plan que consistía en horadar un muro para penetrar al almacén del cuartel, de
donde robaron pistolas, monturas, machetes y otras armas, sin que durante mucho
tiempo se descubriera quiénes habían sido los autores del robo.
Refiriéndose al paso de Negrete por el cuartel de Tacubaya, El Imparcial, en su publicación del 3 de
junio de 1908, informa que
Allí [en el cuartel de Tacubaya] conoció a los suyos, a aquellos con quienes debía darse libremente y sin cálculos, años más tarde, a todas sus hazañas vandálicas que satisfaciendo sus instintos de troglodita, llenaban sus corazones y ponían en alto su amor propio de matón.
El periódico El Popular (1 de junio de 1908) recoge la
versión de que José de Jesús Negrete viajó a pie desde Cuerámaro hasta Tacubaya
(alrededor de 400 kilómetros), donde ingresó al ejército en busca de superación.
Por otro lado, El Imparcial refiere
que “cuando un vislumbre también rudimentario de aspiración lo hizo pensar en
un campo más amplio para desenvolverse, no le sugirió otra cosa su cerebro rudo
que filiarse en el ejército”. Sin embargo, la misma fuente informa que el
Presidente de los Debates “exhibió documentos que acreditan que Negrete fue
consignado al servicio de las armas por las autoridades de Piedra Gorda”, hoy
Ciudad Manuel Doblado, por considerarlo peligroso. Ante eso, refiere el diario,
Negrete replicó “No es cierto: yo no tenía en mi vida anterior un acto
inconveniente; fui soldado, no por perverso, sino por voluntad”.
Y luego, en la misma crónica, con el subtítulo sensacionalista
y romántico de “AMÓ EL CRIMEN”, El
Imparcial agrega:
Licenciado ya del cuartel, amó el crimen, lo amó con desinterés, como se quiere a la primera amante, porque para él la maldad fue siempre la amante fiel y terrible que le tendía los brazos rojos por la sangre de sus víctimas o enegrecidas (sic) por el humo de los últimos disparos.
Más tarde, José de Jesús Negrete —“Chucho”, como le decían
sus amigos—, se disfrazó de comerciante ambulante. Sin embargo, El Imparcial, en su publicación del 3 de
julio de 1908, señala que esa actividad era una treta
más para ver lo que cae o qué “negocio” es bueno, que para vender las cambayas miserables que acallabetadas lleva sobre el hombro como pretexto para entrar en las vecindades a estudiar terrenos, como pretexto para recorrer los pueblecitos y las rancherías, para sorprender los planos de los sitios en que están el ganado y los aperos.
Así pudo preparar el siguiente atraco, que dio en la
hacienda de Aragón, junto a la calzada de la Villa, la noche del 14 de agosto
de 1900. El asalto fue perpetrado por José de Jesús Negrete y su banda
integrada por Pedro Soria, Fortino Mora, Gregorio Mariscal, Tranquilino Peña y
Mariana Torres, amante de Negrete. Todos los inculpados fueron aprehendidos al
poco tiempo y sentenciados a prisión: Fortino Mora, que disparó al
administrador de la hacienda, fue condenado a ocho años; los demás, a cuatro,
excepto Negrete, que no fue capturado.
Según un recuento de los delitos y crímenes del Tigre de
Santa Julia que hacen los diarios a partir de la información que se ventiló en
el juicio, se sabe que el 24 de noviembre de 1902 Jesús Negrete llegó ebrio a una
casa en la calle Estrella, cerca de Nonoalco, en la que habitaba con Ramona
Cabrera, su amante en turno, y discutiendo con ella armó un gran escándalo y
disparó varios tiros, por lo que llegó la policía y detuvo al escandaloso,
quien entonces dijo llamarse Francisco Saucedo. Tras ser detenido, Negrete
logró fugarse, pero de nuevo fue alcanzado, y al hacer un segundo intento de
fuga, disparó contra el gendarme Arnulfo Sánchez, con una pistola escondida en
un sarape que le había dado su amante Ramona Cabrera al ser detenido. De esa
forma logró escapar de la justicia, dejando atrás al gendarme muerto.
La imprenta de Antonio Vanegas Arroyo recogió el episodio en
una hoja titulada LA VIDA DE UN BANDOLERO. Los crímenes más notables de JESÚS
NEGRETE (a) El Tigre de Santa Julia (Aprehensión de sus cómplices), la cual
fue ilustrada con una imagen realizada por José Guadalupe Posada en la que
resalta la vileza del acto y la fiereza del criminal. Esa misma imagen sería
utilizada más tarde para difundir los pormenores de El Sensasionalísimo (sic) Jurado
de José de Jesús Negrete, o sea El Tigre de Santa Julia.
(CONTINUARÁ)
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