SEMBLANZA CURRICULAR

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Nació en Cuerámaro, Guanajuato. Es DOCTOR EN ARQUITECTURA (2009), Maestro en Arquitectura (2000) y Arquitecto (1976), por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Miembro de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística; profesor de asignatura en Posgrado en Arquitectura (FA UNAM), coordinador y ponente de diplomados en la DECAD FA UNAM, profesor titular en la Universidad Marista campus Ciudad de México, profesor invitado de posgrado por la Universidad de San Carlos de Guatemala (USAC), conferencista, aficionado a la pintura, la música, la historia y la literatura; viajero empedernido, autor de la monografía histórica "Cuerámaro... desde los muros de una hacienda" publicada en la edición especial de la Colección Bicentenario (2010), Gobierno del Estado de Guanajuato. Socio activo de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, y fundador y presidente de la SMGE Correspondiente en el Bajío de Guanajuato. Actualmente es Director de Integración de Planeación, Proyectos y Presupuesto, de la Dirección General de Obras y Conservación de la UNAM.

miércoles, 29 de julio de 2015

CUERÁMARO, GUARDIÁN FORESTAL


Portada del primer número , mayo de 1949
Como otras empresas culturales y sociales que a lo largo de su vida emprendió el señor José V. Canchola Cortés, la publicación de la revista titulada “CUERÁMARO, Guardián Forestal”, a mediados del siglo pasado, se antojaba “un poco quijotesca”, como lo mencionó el mismo autor.
Cuando apareció la revista, el municipio de Cuerámaro tenía una población de aproximadamente once mil habitantes, de los cuales la mitad se concentraba en la cabecera municipal.
La sociedad estaba compuesta en su mayoría por campesinos y comerciantes en pequeño para el abasto local. La educación básica de primaria se impartía en dos planteles localizados en la cabecera municipal, uno público, la Escuela Oficial Urbana No. 1, “Benito Juárez”, y otro privado, el Colegio “Cristóbal Colón”, atendido por las Carmelitas Descalzas.

En lo que se refiere a los servicios básicos, el pueblo de Cuerámaro, cabecera del municipio, carecía de todo: no había servicios de salud; el agua para el consumo doméstico se obtenía de pozos a cielo abierto que se hacían en el patio de las casas, o de un pozo público localizado en las afueras del pueblo, y se comercializaba repartiéndola en cántaros de barro que se transportaban en carretas tiradas por mulas. El rastro y la matanza de animales se hacía en un corral insalubre, y la carne en canal se transportaba hasta los “despachos” a lomo de hombre; el mercado estaba formado por tendajones de madera, sin más servicios que la electricidad, y se localizaban en la única plaza del pueblo. El alumbrado público lo constituían apenas algunos focos instalados en muy pocas esquinas de las calles del pueblo y otros que los propios vecinos instalaban en las entradas de sus casas. No había drenaje, las necesidades fisiológicas de la población se hacían al aire libre y a flor de tierra en los corrales traseros de las casas, para que comieran los cerdos o las gallinas, en el mejor de los caso (unos cuantos) se hacía en letrinas que acumulaban permanentemente los desechos, pues no había fosas sépticas.

El transporte y la comunicación con las ciudades más cercanas, principalmente Irapuato, Pénjamo, Abasolo, Ciudad Manuel Doblado y León, se hacía por caminos de terracería, con “camiones” que para recorrer la distancia entre Cuerámaro e Irapuato, de aproximadamente 50 kilómetros, tardaban más de tres horas de camino...

El comercio establecido, se concentraba en el primer cuadro del pueblo. En la revista Cuerámaro, Guardián Forestal se anunciaban los principales comercios, como "El Progreso" (Casa Canchola) de José V. Canchola; "La Reforma", de Leopoldo Gutiérrez; "Los Precios Bajos", de J. Encarnación (Chon) García Soto; "El Centro Comercial", de Isauro Negrete; "La Batalla", de Jesús Enríquez; "El correo de México" y el "Hotel Madarrosa", de José Gutiérrez


Anuncios de casas comerciales, que aparecieron en distintos números de la revista.

Esa era la situación que prevalecía en el Cuerámaro 1949, cuando apareció la revista “Cuerámaro, Guardián Forestal”, la que --pese a los buenos propósitos de su director-- no pudo sobrevivir más de un año, y sólo aparecieron cinco números, que comenzaron siendo mensuales y terminaron por ser trimestrales. La revista tenía un costo de 20 centavos.

Comercial de los cigarros Elegantes, con boquilla, de la fábrica Buen Tono.

lunes, 6 de julio de 2015

¡En vida, hermano, en vida!

SON DE CUERÁMARO...

Toda realidad adquiere diferentes tintes según el cristal con que se mira.

En la edición 1787 de la revista Proceso (29-01-11), Samuel Máynez Champion publicó el artículo “Otro centenario fallido”, relativo al centenario del nacimiento de Salvador Contreras. En ese artículo se destila notoriamente una infundada, irónica y tendenciosa crítica a los cueramarenses.
  Seguramente ignorante del homenaje que se verificó en Cuerámaro y en la sede del Congreso del Estado, textualmente dice Máynez, refiriéndose a Cuerámaro:
“haber sido cuna de un ínclito músico, exponente fervoroso del nacionalismo mexicano, jamás ha sido motivo de orgullo [para Cuerámaro]. ¿Por qué habría de serlo? ¿No es el demérito un motor de bienestar? ¿No es la ignorancia un lubricante apto para que el engranaje patrio no se atasque? ¿No es la desmemoria una cualidad que favorece el desarrollo del país?”
Y para rematar con una puntilla envenenada, concluye irónicamente:
“en la próspera ciudad de Cuerámaro se prefiere la degustación de música traída de allende sus fronteras y se eligen para sus calles títulos tan estrambóticos como Playa de Hamburgo. ¿Por qué habría de enorgullecerse de su único artista si el fallido producto de su obra no le alcanzó ni para comprarse un coche?”
Mi respuesta y réplica al señor Máynez, en aquel entonces, fue la siguiente:
Ante todo, quiero decirle que soy un cueramarense orgulloso de su origen, de su gentilicio y de su gente. Por tal razón, después de haber leído con interés su artículo no puedo quedarme callado, y he de felicitarlo porque en él destila erudición y un lenguaje digno de elogios; pero también he de observar que evidencia una deplorable desinformación y un imperdonable descuido de su parte.
Una crítica sin fundamento es un infundio, y usted conoce perfectamente el significado de esta palabra. Y le preguntaría: en su criterio, ¿es el infundio un motor de bienestar...?
El hecho de que un pobre ignorante no conozca la Muralla China no significa que ésta no existe. Cuerámaro, para su conocimiento, no sólo está orgulloso de su gente, sino que le reconoce sus méritos y los valora.
Desde hace varios años, señor Máynez, la Casa de la Cultura de Cuerámaro lleva el nombre de Salvador Contreras, y se instituyó el reconocimiento Salvador Contreras, para distinguir los méritos de los cueramarenses. En lo que se refiere a la celebración del centenario del nacimiento de Contreras, desde principios del año pasado se planteó un proyecto en el que participaron la familia de Contreras, Aurelio Tello, autoridades municipales, distintas organizaciones culturales y académicas y su servidor. Ese proyecto alcanzó su objetivo el 10 de noviembre, con un acto de reconocimiento a Salvador Contreras en el Congreso del Estado de Guanajuato. Ese mismo día, en Cuerámaro se rindió un homenaje al ínclito cueramarense, con la develación de una placa conmemorativa y la presentación de un concierto en el jardín de la población. En Guanajuato, igualmente se realizaron diferentes actos que, quizás por localistas, no son de su conocimiento. Pero en fin… ¡estoy seguro de que le estoy hablando de una realidad diferente a la que usted a través de sus cristales de miope pudo apenas observar!
Y no obtuve respuesta del susodicho Máynez.
Pero si bien es cierto que Cuerámaro no es un jardín de las musas ni templo de cultura, a leguas podía verse que el señor Máynez sabía muy poco de Salvador Contreras, y mucho menos de Cuerámaro y de su gente...


 

En lo personal, como cueramarense orgulloso de su origen, también puedo decirle al señor Máynes, porque estoy seguro de que no lo sabe (al igual que muchos cueramarenses), que además de Salvador Contreras, "Guanajuatense Distinguido" e "Hijo predilecto de Cuerámaro", hay muchos otros cueramarenses destacados en el ámbito de sus respectivas profesiones, en el arte, la ciencia, en la academia y en la cultura.

Uno de ellos es el maestro FRANCISCO JAVIER GARCÍA LEDESMA, compositor, violonchelista y director de orquesta, nacido en Cuerámaro el 9 de febrero de 1966.

¡EN VIDA, HERMANO, EN VIDA! —escribió Ana María Rabatté— “No esperes a que se muera la gente para quererla y hacerle sentir tu afecto. En vida, hermano, en vida.”


El maestro García Ledesma es egresado del Conservatorio Nacional de Música, en donde obtuvo el título de Licenciado en Composición; es maestro en Ciencias de la Educación por el Instituto de Estudios Universitarios, plantel Slamanca, Gto., y actualmente reliza estudios de doctorado en la Universidad Autónoma de Madrid. Entre otras actividades profesionales y académicas, es Coordinador Académico de los Programas de Música de Nivel Medio Superior y Licenciatura del Departamento de Música de la Universidad de Guanajuato; ha sido miembro de la Orquesta de Cámara de la Universidad del Nuevo Mundo, de la Orquesta Sinfónica y de la Orquesta de Cámara del Conservatorio Nacional de Música. Ha participado en presentaciones internacional y ha recibido diversas distinciones y reconocimientos por su trabajo musical.
En su obra, García Ledesma trata de plasmar lo que observa en su tiempo, en este tiempo que le ha tocado vivir. Se basa en vivencias cotidianas y estados anímicos, pero también en la naturaleza.
El catálogo de sus obras abarca piezas para instrumentos solos, para grupos de cámara, así como composiciones para orquesta de cámara y orquesta sinfónica. Destacan piezas como “Nocturno”, “Danza para cinco percusionistas”, “Atmósferas”, “El rayo que no cesa”, “Luna llena Luna nueva”, “Sonata para guitarra”, “Murmullo del Universo” y "Paisaje Rojo", entre otras.
Su música ha sido escuchada en diversos foros de primera importancia. Entre ellos, la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, la Universidad Nacional Autónoma de México y el Festival Internacional Cervantino, en Guanajuato.

La música de García Ledesma es aún desconocida para Cuerámaro; pero es tiempo de valorarla, con el reconocimiento a los méritos de este destacado cueramarense…

No se debe olvidar que un pueblo vale por su gente.

¡En vida, hermano, en vida!
Para escuchar algunas de sus composiciones, se recomienda visitar el siguiente blog: http://franciscogarcialedesma.blogspot.mx/


miércoles, 1 de julio de 2015

El Bajío Guanajuatense



 Origen y significado del término Bajío


La planicie conocida como Bajío guanajuatense, con elevaciones que van de 1700 a 2000 metros sobre el nivel del mar, es una gran llanura apenas interrumpida por algunas sierritas volcánicas, mesetas y lomeríos, en la que se incluyen los territorios de los actuales municipios de Abasolo, Huanímaro, Irapuato, Pueblo Nuevo, Romita, Salamanca, San Francisco del Rincón, Silao y Villagrán, así como parte de los de Apaseo el Grande, Celaya, Ciudad Manuel Doblado, Cortázar, Cuerámaro, Guanajuato, Jaral del Progreso, León, Purísima del Rincón, Santa Cruz de Juventino Rosas y Valle de Santiago.

¿Pero qué significa el término bajío, que da nombre e identifica a esa región tan característica de la meseta central de la República mexicana...?

 

El término bajío (de bajo) denota una elevación del fondo en los mares, ríos y lagos. En la terminología náutica se refiere a una zona de rocas o de arena que se eleva desde el fondo a la superficie.
¿Por qué, pues, comenzó a utilizarse el término bajío para denominar a las llanuras de una región central del altiplano en la Nueva España, que nada tiene qué ver con cuestiones de marinería…?
El doctor José Luis Lara Valdés anota que el origen de la denominación de bajío para la planicie guanajuatense puede encontrarse en el Ensayo político sobre el reino de la Nueva España, donde —dice— se señala al Bajío como región preeminente de la Intendencia Mayor de Guanajuato. Observa también que antes del siglo XIX no se encuentran referencias a la denominación de Bajío, y que Humboldt pudo haber tomado el término de los informes del segundo intendente de Guanajuato, Juan Antonio de Riaño, quien había sido marino en la armada española, motivo por el que pudo haber adoptado el término bajío para referirse a las tierras bajas de la Intendencia Mayor de Guanajuato.
En efecto, en la segunda edición corregida y aumentada del Ensayo político, publicada en español en 1827, se anota que “yendo del valle de Tula al gran llano de Querétaro es necesario pasar la montaña de Calpulalpan”, y luego precisa lo siguiente:

"Al norte de este país montañoso comienzan las vastas llanuras de San Juan del Río, de Querétaro y de Zelaya, llanuras fértiles llenas de ciudades y de pueblos considerables. Llámanse bagíos, y sin embargo su altura media iguala á la del Pui-de-Dome en Auvernia; tienen cerca de 30 leguas de largo, y se extienden hasta el pie de las montañas metalíferas de Guanajuato."
Hasta ahí, el antecedente de la denominación de bajío en la obra de Humboldt parecía firmemente sustentado. Sin embargo, si se revisa comparativamente el mismo párrafo en el texto original de la primera edición francesa del Ensayo político, publicada en París en 1811, uno se percata de que en ésta no aparece la aclaración expresa de “Llámanse bagíos”, como se anota en la cita anterior. Pero tampoco se encuentra en la primera edición completa, traducida al español por González Arnao, publicada en 1822. Por tanto, se puede deducir que la aclaración sobre la denominación de bajío en el Ensayo Político aparece a partir de la edición de 1827, cuando ya el uso del término era común en la Nueva España.
Es sabido que el antecedente fundamental del Ensayo político fue el informe conocido como Tablas geográficas políticas del reino de Nueva España, redactado por el Barón a finales de 1803, el cual fue entregado al virrey Iturrigaray en 1804. También se sabe que buena parte de los datos utilizados en ambas obras provenía de materiales acumulados previamente a través de diversos informes de subdelegados e intendentes, redactados a fines del siglo XVIII para cumplimentar la orden del virrey Juan Vicente Güemes Pacheco y Horcasitas, segundo conde de Revilla Gigedo. Y aun cuando el manuscrito de las Tablas geográficas no fue publicado íntegramente hasta 1822, Carlos María de Bustamante había comenzado a difundirlas preliminarmente en el Diario de México, aunque sólo logró publicar diez breves entregas, dejando trunca su publicación. Pero al revisar las Tablas geográficas en el manuscrito original, tampoco se encuentra referencia alguna al término bajío.
De lo anterior se concluye que no se puede tomar de manera determinante la obra de Humboldt como origen de la denominación de Bajío para referirse a la región guanajuatense y lo mismo se puede decir de los distintos informes que eventualmente sirvieron de fuentes para su redacción, como es el caso del informe de Riaño, porque tampoco se encuentra en ellos —o al menos no en el de éste— ninguna referencia temprana a la denominación de Bajío.

Por lo que toca al uso de la denominación de bajío en fuentes documentales de la época, el término comenzó a utilizarse a partir de los primeros años de la Guerra de Independencia, principalmente en el ámbito militar de los realistas, como se observa en informes, partes militares y otros documentos generados desde los primeros años de la insurgencia. En 1811, por ejemplo, el coronel realista Miguel del Campo daba parte al general Félix María Calleja sobre las novedades ocurridas en la región del Bajío, donde se encontraban los insurgentes.
Por último, se puede afirmar que a partir de 1813 ya se toma la denominación de Baxio o Bajío con una connotación oficial en el gobierno realista, para referirse expresamente a la región que ocupa la planicie guanajuatense. Así se encuentra en oficio del virrey Félix María Calleja, con el que otorga a Agustín de Iturbide el nombramiento de Coronel de Infantería Provincial de Celaya, con el mando militar de la Provincia de Guanajuato y el cargo de Comandante de todas las tropas del Baxio.